Seminario Cine y Filosofía. Pensando a 24 imágenes por segundo (Conferencia 2019)
No queremos perder la oportunidad de hablar sobre el seminario que tuvo lugar la semana pasada en la Universidad Complutense de Madrid bajo el título “Cine y Filosofía. Pensando a 24 imágenes por segundo”. En él se incluían quince ponencias, entre las que se encontraba la del profesor Antonio Duarte Calvo, que era, a su vez, el responsable del seminario. Por mucho que a veces resulte interesante, incluso gratificante, mirar al pasado, no hay que descuidar los temas de actualidad; y, sobre todo, al margen de analizar las cuestiones que atañen a la masa, como las elecciones, es significativo, a su vez, analizar de vez en cuando qué se juega en conferencias de nivel, como ya hicimos hace unos meses con Sandel. En este caso, nos encontramos con un grupo de conferencias que han girado en torno al cine y la filosofía a lo largo de tres días: 11, 12 y 13 de este diciembre. De entrada, diremos que ha habido de todo: desde expertos pedantes hasta profesores interesantes, pasando por diferentes grados de mediocridad y algo de brillo y/u originalidad. Pero basta de introducciones. Entremos ya en materia.
Para empezar, podríamos decir que, en general, este grupo de charlas se han caracterizado por ser muy heterogéneas a todos los niveles o, como ya veremos más adelante, en muchos. Otro detalle importante ha sido el refrescante carácter distendido de todas las jornadas. Lo primero que ayuda a esto es la cantidad de presentaciones (quince a cargo de dieciséis personas), pero, más aún, el hecho de que se mezclen profesores universitarios (jóvenes y veteranos) con estudiantes (tanto recién doctorados como doctorandos) y también con algún alumno de grado y un cineasta profesional. La premisa de ofrecer tantísimos puntos de vista podría parecer enriquecedora, pero no es oro todo lo que reluce: como en la mayoría de las películas, encontramos bastante relleno y menos ideas originales de las que uno podría esperar a simple vista. Hubo relleno en forma de veinteañeros volando a ras del suelo o estrellándose; expertos pedantes que necesitaron pasarse del tiempo para dejar bien delimitado que no estaban diciendo nada; quienes portaron argumentos y conclusiones muy interesantes que giraron, al final, en torno a premisas indefendibles (por lo que todo lo bueno dicho fue por casualidad); gente que parecía que se había preparado la charla en 15 minutos; y muchos minutos de mediocridad. Está claro que, teniendo en cuenta que es una charla abierta al público, el nivel debe controlarse; en eso estamos de acuerdo. Sin embargo, tuvo lugar en la Facultad de Filosofía, y eso debería notarse, ¡aunque sea un poco! Además, es un error considerar que lo profundo debe ser oscuro y erudito; pues, como ya dijo Ortega y Gasset: «La claridad es la cortesía del filósofo». De todas maneras, siguiendo a Jack el Destripador, vayamos por partes.
Llegados a este punto, vamos a aclarar que, por mucho que valoremos positivamente la lozanía y vigor de la juventud, esta debe ser siempre prudente y realista en sus intenciones; más, si cabe, que los ya veteranos; dado que, siguiendo al maestro estagirita, en el medio está la virtud (pero no de manera abstracta, sino cada cual según su caso). Y es evidente, claro y notorio que, en este caso, uno de los excesos típicos de los jóvenes es confundir su potencia física con su imberbe potencia intelectual, extralimitándose en la ambición de sus proyectos. Por lo tanto, así como es elogiable que alguien en la veintena sea capaz de sintetizar en 45 minutos un discurso interesante y bien argumentado, es muy desagradable cuando se da el caso contrario y no se alcanza la calidad mínima. No se le obliga a nadie a obrar de esta manera… Además, sabiendo que se va a compartir tarima y tiempo público con veteranos que tienen muchos años de experiencia, es triste comprobar que una virtud tan fundamental en filosofía como la prudencia brille por su ausencia. Uno tiene que resolver, antes de dar el paso, si sabe o no sabe distinguir entre una buena y una mala exposición, para después tener la suficiente honestidad intelectual como para intuir si da o no la talla con seguridad. Por eso, si uno tiene la más mínima duda sobre si merecerá la pena su exposición, es porque, probablemente, no la merezca; teniendo que reconocer que aún le falta conocimiento y estudio. Y para los que argüirán que es una buena práctica, yo les invito a reflexionar si es positivo potenciar la charlatanería antes que el conocimiento. Es cierto que, como todo en esta vida, para hablar bien en público hace falta práctica, igual que para pensar adecuadamente hace falta leer mucho, de cara a ensayar luego la lectura intentando escribir como aquellos a los que hemos leído. Esto nos lleva a sospechar que, quizá, es mejor esforzarse primero en saber y, después, cuando se sepa algo, practicar a explicarlo. Así, poco a poco, y si uno sabe lo que explica, inevitablemente, terminará por dominar la retórica inherente a toda exposición. Hasta entonces, la mejor práctica es escuchar a los buenos oradores e intentar imitarles en el futuro.
Pero tampoco queremos parecer demasiado críticos con los más pequeños, dado que, entre otras cosas, aún tienen tiempo para aprender de sus errores. Resulta más grave comprobar que los más maduros, que deberían estar más cerca de la sabiduría, se alejan tanto de ella, ya sea por dejadez o por vil interés. En este caso, nos encontraríamos diferentes modalidades: desde el pedante que se oculta tras la apariencia de erudición para no decir absolutamente nada hasta, casi peor, el que no dice nada (o casi nada) y no se preocupa lo más mínimo en ocultar que no se ha trabajado ni un mínimo aquello que está exponiendo. Todos estos son defectos típicos de los que envejecen al mismo tiempo que pierden las ganas o la vergüenza. En este sentido, y también en el conjunto de cosas que caen del lado de los más mayores, cabría preguntarse cómo es posible que según qué charlas lleguen a suceder. ¿No hay filtros? ¿No se entregan resúmenes antes de las ponencias con un tiempo razonable para su revisión? Intentaremos dar respuesta a estas cuestiones a continuación. Antes de empezar, hay que reconocer, a su vez, que, quizá, una de las mejores partes de este seminario ha sido la calidad trasversal de las preguntas; que, obviando cierto pedantismo expositivo, típico de algunos estudiantes de filosofía que no saben qué es preguntar, han tenido mucho nivel, sobre todo, en cuanto a movilización de conocimientos, pertinencia y ojo crítico.
Miércoles 11. Primera ponencia. Jesús Vega Encabo (UAM). Cosas desplazadas: de cómo las cosas habitan la imagen cinematográfica
Empezamos fuerte: un cero técnico. Repasando los apuntes de la charla magistral que nos regaló este profesor, la realidad es que no hay nada que rascar. Fue pura hojarasca pedante que, para colmo, necesitó comerse parte de la ponencia siguiente para terminar de no decir absolutamente nada. Con un olor a posmodernidad, que flaco favor le hizo a esa ya de por sí peliaguda corriente filosófica, nos encontramos con una personalidad que sólo sirvió para darle un comienzo dramático al seminario, infundiendo contraste y haciéndoles un favor a las siguientes ponencias, que, con decir algo de algo con un mínimo de sentido, ya iban a destacar. Haciendo de la necesidad virtud, como buenos estoicos, tenemos que reconocer que de lo malo también se aprende y, como ocurre también con el cine, conviene de vez en cuando ver películas malas para estar al tanto del estado de la nación y de sus instituciones. Esto, y que es también una buena prueba para detectar la calidad humana del respetable; dado que, si te parece este despropósito interesante, dos opciones: o nunca te has topado con algo parecido y caes prendado ante el juego de espejos o tienes compromisos que te impiden reconocer al rey desnudo. Como ya apuntamos, el nivel de las preguntas fue muy alto y, en este caso, empezamos a recuperar el pulso intelectual cuando en la ronda de preguntas fue argumentativamente puesto en cuestión por sus compañeros de profesión, ante su elevada y soberbia impasibilidad. Algo digno de ver.
Miércoles 11. Segunda ponencia. Javier Vilanova (UCM). Una realidad híbrida: el cine a medio camino entre la vida cotidiana y la reflexión teórica
Nos recuperamos del susto inicial con la digna ponencia del profesor Javier Vilanova, que, al parecer, hace un resumen, a modo de pregón e introducción a estas jornadas, de la investigación del profesor Antonio Duarte en torno a la película “Doce hombres sin piedad” (1957), así como de la pertinencia del cine como objeto y herramienta del estudio filosófico. Suponemos que fue interesante para todos aquellos que no conocieran estas investigaciones (muy recomendable su tesis); pero, en cualquiera de los casos, el brillo y la originalidad del profesor Vilanova destacó, no tanto en su ponencia, sino en las ruedas de preguntas, donde mantuvo una postura crítica y afilada a lo largo de casi todas las jornadas.
Miércoles 11. Tercera ponencia. José Alhambra (UAM). Cine, filosofía y humor: argumentando por el ridículo
Parecía que la jornada cogía algo de altura cuando, de repente, volvemos a volar a ras del suelo hasta catar tierra. Esta ponencia, indiscutiblemente trabajada y honesta, tuvo tres defectos muy graves. El primero de todos fue que partía de una gran confusión inicial: al parecer, se buscaba encontrar y delimitar una nueva argumentación “por el ridículo” que, al final, no es nada nueva ni es una argumentación, sino más bien es el efecto emocional y retórico de una buena reducción al absurdo. Por lo demás, el segundo defecto fue una tendencia academicista, con todas las manías propias del oficio funcionarial que inunda las facultades de Filosofía y Letras, que resultó aburrida y poco práctica. El último defecto, y no por ello menos grave, fue la falta de dotes oratorias por parte de este doctorando; el cual, al apoyarse en una presentación de power point y diferentes fragmentos de películas de comedia (muy bien seleccionados, por cierto), estuvo clavando su propio ataúd y participando en su entierro. Al margen de lo débil de la premisa de fondo, si pones la mejor escena de los Monty Python, o tienes mucha garra y humor en las venas o vas a crear un contraste tal, que te va a sabotear insensatamente tu propia presentación. En este caso, también la rueda de preguntas fue afilada, a la par que reiterativa, dado lo evidente del caso. Por sacarle algo positivo, posiblemente esto le ayude a cambiar su tesis y a no apuntarse tan rápido a salir a escena.
Miércoles 11. Cuarta ponencia. Juan Campos (UAM). Atrapados en el tiempo: viajando como marmotas y gusanos
Ilusionados por la premisa de que un físico, versado en filosofía, nos cuente algo interesante sobre los viajes en el tiempo, nos terminamos por estampar contra el frío suelo. No hacía falta ser ni físico, ni filósofo, ni siquiera aficionado a las películas de viajes en el tiempo para notar que, entre vídeo y vídeo, entre fragmento y fragmento, y entre chiste forzado y chiste forzado, había una intención muy poco disimulada de rellenar una ponencia que no había recibido la suficiente atención por parte de su responsable. Y teniendo en cuenta que tampoco participó en las preguntas del resto de ponencias, claramente tenemos la ganadora del segundo puesto en el podio a la vacuidad.
Miércoles 11. Quinta ponencia. Antonio Duarte (UCM). Del cine de terror al cine del terror
Seguimos con la ponencia del profesor responsable de estas jornadas, que resulta ser una oda interesante, trabajada y honesta al cine expresionista alemán. No será recordada como una de sus mejores disertaciones, pero quizá sí esté en el podio de lo más sensato que nos encontramos en estos tres días. Nos ofrece una argumentación sencilla sobre los porqués que motivaron el surgimiento del expresionismo alemán, partiendo de sus orígenes literarios y repasando sus temas recurrentes, entre los que cabe destacar lo siniestro del doble y demás pactos fáusticos. También repasa los elementos visuales de este movimiento, como la importancia de los objetos y del escenario en una búsqueda por expresar y no contar las coyunturas interiores de sus personajes. Esto lo podríamos poner en relación con Wittgenstein y la ciudad de Praga, tal y como inteligentemente hizo este profesor. Una charla muy digna, en calidad de introducción, a este tipo de cine; que, además, como veremos el segundo día, sirve como presentación de la otra charla sobre expresionismo alemán (esta última ya más técnica, que no por ello menos interesante).
Miércoles 11. Sexta ponencia. Julio Robledo Bordas (UCM). El cine como arma psicológica y sus implicaciones para la democracia liberal
Terminamos el primer día, ciertamente, con una nota positiva, dada la calidad y dignidad de esta argumentación sobre el poder propagandístico del cine y su influencia sobre nuestra sociedad democrática liberal. Tiene mucho mérito ser capaz de enfrentarse a una exposición de estas características y salir airoso, sobre todo, teniendo en cuenta la juventud del doctorando. Bien argumentada, interesante, pertinente y amena. No es un tema que sorprenda a nadie mínimamente crítico con la coyuntura actual, pero se agradece, y mucho, que se cuelen voces críticas que hilen sensatamente una crítica a las condiciones que hacen posible una democracia como la nuestra. ¿Es posible una democracia sin ciudadanos democráticos? ¿Se puede ser un ciudadano de pleno derecho estando acríticamente manipulado por la propaganda? Evidentemente, vivimos en una democracia o, por lo menos, la institución la tenemos; sin embargo, estamos pervirtiendo su espíritu al plegarnos tan fácilmente a la cómoda presión de los medios de comunicación, que nos ponen en bandeja de plata el dejarnos influenciar y delegar el pensar en otros. ¿No tiene algo esto de despotismo ilustrado que no da la cara? Esta exposición abre infinidad de ramales, pero, en cualquiera de los casos, nos encontramos, muy posiblemente, ante la segunda charla en el podio de lo acertado. Por buscarle una pega, se movía a veces en el campo de las teorías conspiranoicas (cuestiones que son muy poco demostrables y que, en el fondo, no aportan, pero sí restan fuerza a dicha argumentación). Es más sensato pensar que es causa de una mezcla de estupidez, resentimiento y egoísmo jerárquicamente articulado en la pirámide de explotación y corrupción de cualquier sociedad moderna que se precie. Y no estamos diciendo que la CIA no tenga sus trapos sucios… pero es una parte accidental, un síntoma menor de una enfermedad más grave, profunda y difícil de diagnosticar.
Jueves 12. Primera ponencia. José Manuel Cuesta Abad (UAM). Carlota Fernández Jauregui (USAL). Invisible realidad. Notas sobre cine y ontología
Primer y único tándem de la jornada. Dos profesores muy bien vestidos y con una presencia impecable, que portan unos argumentos buenos, con mejores digresiones, pero que parten de una premisa fácilmente criticable por fetichista (en el sentido de confundir una relación o conjunto de relaciones con una realidad demasiado tosca). Defienden que el cine es y se define por el hecho físico de la reacción química de las sales de plata con la luz, es decir, que las cosas dejan un pequeño rastro de su propia luz en la película. El problema que tiene esta definición es que deja fuera de lo que es cine a muchas cosas que, indiscutiblemente, lo son, como, por ejemplo, la animación. Después, se pasa por encima de la fotografía digital como si funcionara igual; lo que es una grave omisión, dado que ya no hay resto alguno de la realidad en el dato binario recabado por dicha tecnología. De hecho, ahí existe ya un ineludible procesamiento, que podría servirnos también para saltar a la animación como cine, en tanto que un dibujante procesa de manera inconmensurablemente diferente que la máquina, pero, igualmente, no porta resto alguno de la realidad en su reproducción intelectual. Partiendo de esta enorme debilidad, la realidad es que fue una presentación muy interesante y bien articulada, con distinciones e ideas que podrían servir para la ‘filosofía rapiña’ y para nutrir una posible teoría sobre el lugar del cine en el arte con unas bases menos endebles que las que se manejaron en este caso. Fueron varias las ideas que, seguramente, se encuentren bien desarrolladas en los trabajos de estos intelectuales; por mencionar un par, diremos que la tensión entre ilusión y realidad es una idea muy buena, así como la tirantez que tiene que darse entre el cine documental y el cine evasivo, a través de la búsqueda de un centro inestable entre ambos, para conseguir que el cine se convierta en genuino arte. Está un pasito por debajo de las mejores exposiciones, pero, en cualquiera de los casos, está dentro de las que merecieron la pena. Eso sí, con la problemática propia de cuando se expone a dúo; cuestión que podríamos denominar técnicamente ‘la inestabilidad de Faemino y Cansado’; que, aunque descompensada, resultó también de lo más divertida.
Jueves 12. Segunda ponencia. Deborah Rodríguez R. (UNAV). El lenguaje de los heptápodos: ¿qué se dice hoy sobre la relatividad lingüística?
Seguimos con otra ponencia sobre la que podríamos decir que se sitúa a la par en cuanto a calidad que la anterior, pero con dos diferencias fundamentales: que sólo es una persona y no dos, y que es mucho más joven. Sube a la tarima una chica que nos presenta un resumen de su Trabajo de Fin de Máster premiado, el cual se agradecería que estuviera disponible públicamente para poder disfrutar de sus méritos. Y poco hay que decir de la forma de la ponencia: clara, amena, bien argumentada… Al final del día, muy digna. Nuestro problema aquí es que ya venimos notando que estas jornadas cargan hacia un lado muy claramente: un lado demasiado dominado por el logicismo y reduccionismo propio del enfoque parcial de las ‘filosofías’ del lenguaje y de la ciencia. Y lo peor que tiene esto es que, al no querer o al evitar meterse en problemas fundamentales, no se suelen comprender las premisas que se mueven por debajo de la mesa y, por lo tanto, no se pueden atacar bien lo problemas físicos, metafísicos, antropológicos, éticos y, en general, de primeras causas o principios que subyacen a un determinado tema. En este caso, la estudiante llega a mencionar uno de los temas claves, que no es otro que la relación entre fisionomía orgánica, conocimiento y lenguaje, pero lo hace en clave de ‘cuerpo’, que es una noción bastante poco clara; y, sobre todo, entrando en el inverosímil juego mental que propone la película, se le escapa lo fundamental, que es la pregunta siguiente: ¿estos seres, con este lenguaje que implica una forma de vida tan alejada a la nuestra, mueren? Yendo más allá: ¿tienen tercera posición? (si no le conocéis, haceos un favor) O más grave: ¿llegan a reconocer la individualidad? Pero no vayamos tan lejos. Si planteamos la posibilidad de que no mueran…, si no están vivos… si no están vivos, no necesitarían de lenguaje alguno, ergo es una cuestión contradictoria en la realidad e inverosímil en la ficción y, por lo tanto, no podemos llegar a nada sensato por este camino. Para terminar, comentaremos otro detalle: se repite una y mil veces que la película no va de viajes en el tiempo, sin embargo, sí que hay un viaje en el cual, aunque no actúan en el futuro, se extrae información para usarla en el momento de la llamada al político japonés. Y sí, tenemos claro que, quizá, en el cuento en el que está basada la película esté todo mucho más claro… pero, juzgando la película individualmente, la premisa es un absoluto desquicie y el final un disparate que va en contra de las leyes no sólo de este mundo, sino de cualquier otro posible.
Jueves 12. Tercera ponencia. Manuel Crespo (UCM). La paradoja de la tragedia: ¿buscamos en el cine de drama o terror emociones que normalmente evitamos?
Tristemente, bajamos el nivel. Se tratan las emociones desde un punto de vista superficial y no se hace ninguna mención al problema de fondo de la muerte y la limitación y, en general, a la cuestión de la pérdida. Tampoco se trata la banalización del mal, el tedio en nuestras sociedades aburguesadas o el fondo antropológico de la violencia. Y ni hablamos de ahondar en qué puede ser la catarsis. Sin olvidar que se descarta el problema de la patología mental del sadismo o del masoquismo de un plumazo. Lo resumiremos muy rápido, porque no merece la pena hacer demasiada sangre: es un tema muy interesante, pero que ha sido abordado a través de la extirpación de todas las cuestiones filosóficamente relevantes. Puede que fuera un enfoque desde la psicología… pero ni por esas. Es un intento fallido de decir algo por alguien que aún no sabe lo que sabe y que, consecuentemente, termina no diciendo prácticamente nada. Es de las exposiciones más emparentadas con la primera; con lo bueno de que, por la extrema juventud del ponente, tendría un eximente… pero también un agravante por las gracias forzadas. Pasemos a la siguiente.
Jueves 12. Cuarta ponencia. Marcos Jiménez (USAL). La herencia oscuro-expresionista en el cine estadounidense de Fritz Lang: un conflicto iconográfico y narrativo
Sin lugar a dudas, la mejor exposición del día. Volviendo con el tema del expresionismo alemán, el doctor Marcos Jiménez nos expone muy sintéticamente los resultados de su tesis, que nos gustaría leer si estuviera accesible. Acerca de lo dicho en esta ponencia, muy resumidamente podríamos decir que no está nada claro qué es y hasta dónde se extiende la corriente que habitualmente se conoce como cine expresionista alemán. A través de la creación de un término muy ilustrativo, el ponente termina sosteniendo que, en el fondo, a ese cine lo deberíamos considerar como cine oscuro-expresionista. La verdad es que, dentro de las pretensiones de esta humilde presentación, cumple con creces: bien argumentada, interesante, ilustrativa y amena. Se llevó alguna crítica que tachaba su trabajo de ser un esfuerzo taxonómico vacuo que al final pivota entre lo arbitrario y lo nominalista. Y es cierto que, en el fondo, ‘películas caligaristas’ en sentido estricto solo habría una. Sin embargo, el problema de fondo no está en el trabajo per se de este hombre, sino en que, si intentamos juzgarlo todo en un sentido absoluto, las interpretaciones sutiles se nos escapan y parece ser que lo único serio es la referencia a la lógica o al lenguaje y, como mucho, a la sociedad, a las formas de vida en un sentido sociológico, etcétera. Pero, por ejemplo, desde una perspectiva universal aristotélica, que se hace cargo de la inconmensurabilidad y de la imperfección, y que intenta tomar al hombre de una manera integral, aceptando todas las problemáticas y retos que esto supone, todos los esfuerzos honestos de ordenación taxonómica de la realidad aportan luz, suman y son agradecidos, en tanto que, indiscutiblemente, aumentan nuestro saber.
Jueves 12. Quinta ponencia. Laura Rodríguez Frías (UCM). La pugna entre la masculinidad y la feminidad en (El) Anticristo de Nietzsche y Lars Von Trier.
Nos encontramos con una ponente que, igual que viene a dar su charla, luego desaparece dejando un rastro casi imperceptible de sutileza, pero también de tibieza y de regusto desagradable; sobre todo, teniendo en cuenta que nos encontramos ante la enésima interpretación ‘posmodernoide’ de Nietzsche en relación con uno de los directores más inestables de las últimas décadas. La originalidad brilla poco y, al final, las conclusiones son que la herencia platónica que porta el cristianismo es mala malísima y nos subyuga, y que el hombre es el representante de esta opresión y oprime a la mujer. ¡Sorpresa! Somos animalitos capaces de dejar que por un buen polvo nuestro hijo se precipite; y, al final del día, yendo a los hechos, ensartar al suelo a un hombre no es violencia y, en cambio, matar a un pájaro que te va a delatar en la huida ante una psicópata sí lo es. Esto, filosóficamente, es un despropósito. Sobre todo porque, de entrada, no estamos hablando de platonismo, sino de neoplatonismo judaizante; después, no distinguimos entre protestantismo y catolicismo; y, en tercer lugar, tenemos una visión de lo ‘corporal’ entre lo idealista y lo pueril. Además, nos estamos olvidando de las tensiones de lo judío que están explícitamente en muchas de las películas del amigo Lars Von Trier. Todo esto mezclado con unos sesgos evidentes al estilo del feminismo desnortado actual y del también muy de moda antiocidentalismo cainita. Al final, tenemos una teoría políticamente correcta hecha para seducir al público, pero que no puede ser sino, como mucho, un deleite intelectual morboso infecundo, que, al intentar llevarlo hasta sus últimas consecuencias, nos conduciría al suicidio antropológico y al terror. Con todo, tenemos que reconocer que fue relativamente amena y coherente con la premisa; no siendo, ni por mucho, la peor ponencia. Reconocemos también el trabajo e ímprobo esfuerzo de leer “El Anticristo” y de ver una película de este director.
Viernes 13. Primera ponencia. Ignacio Oliva Mompeán (UCLM). Construcción del pensamiento en los personajes de ficción: Amenhoteb III (Akenaton), Walter Benjamin y Helena P. Blavatsky
Retomamos el aliento con la disertación de un cineasta veterano que nos comenta sus interesantes opiniones respecto al séptimo arte y que nos intenta convencer del valor de hacer una película sobre Egipto en egipcio antiguo. Respecto a este caso, pueden vislumbrarse ciertos problemas, sobre todo, de cara a la correcta interpretación de los actores si tienen que hablar sin comprender lo que dicen; pero un poquito de cine excéntrico o experimental es un buen complemento alimenticio. Por lo demás, nos quedamos con el recordatorio de que Helena Blavatsky fue una escritora realmente interesante a la que volver y, más aún, su “Doctrina secreta”; por loco que esto pueda sonar. Con todo, fue interesante; por detrás de todas las verdaderamente interesantes, eso sí, pero muy lejos de las que, por una razón u otra, no llegaron a serlo en absoluto.
Viernes 13. Segunda ponencia. Agustín Izquierdo (UOB). El hombre del castillo
Pequeño intento de reflexión sobre el totalitarismo… ¿O sobre el absolutismo?… Espera, que confundimos los términos y los usamos indistintamente. Qué malos son los nazis. Sí. Y decir algo realmente interesante u original… ah, no, de eso ni rastro. Hubo una pregunta, que subió el nivel de la presentación, que comentaba que, por lo menos, hay un hombre en el castillo y la esperanza de imaginar algo distinto; mientras que, en cambio, en la sociedad actual, ¿dónde está ese hombre? Y lo peor: ¿somos capaces de pensar algo fuera de este sistema? Para responder a estas preguntas nos hubiera venido bien la distinción entre totalitario y autoritario… pero es que no llegamos ni a primero de filosofía.
Viernes 13. Tercera ponencia. Alberto Morán (UNED). Un espacio a salvo del tiempo: futuros clausurados y depósitos de pasado en el mainstream cinematográfico
Nos disculpamos ya por adelantado por la cantidad de literatura de esta humilde y pequeña crítica; que, al final, no me mojaría a la hora de juzgarla como lo primero, pero, en cuanto a lo segundo, está claro que ya no lo es. En cualquiera de los casos, lo bueno que tuvo esta ponencia es que, a nivel de mimbres y fondo, ya estaba hecha por parte de Julio Robledo. Nos encontramos a un ya no tan joven doctorando y único ponente representante, en calidad de tutor, de la honorable Escuela de Filosofía. Es cierto que vivimos en un mundo que no sabe o no quiere pensar sobre las consecuencias de nuestro modo de vida y que, como sociedad, no somos capaces de encontrar soluciones diferentes a las ya dadas en un sentido muy estrecho y cientificista. También es cierto que hace falta un poquito de negatividad y que surjan nuevas ideas para debatir. Nos movemos en lo trivial, pero hasta aquí estamos de acuerdo. Lo que no entiendo es por qué entonces VOX es tan malo y se merece hasta tres referencias: una velada, otra como como ultraderecha radical y otra como antidemocráticos. Ni son ultraderecha ni son antidemocráticos: son sencillamente unos liberales que rozan lo neoliberal en cuanto a políticas económicas; que en lo social se visten superficialmente de un conservadurismo pop sin fondo ni pretensiones; y que, en cualquiera de los casos, no son antidemocráticos, por mucho que digan alguna estupidez al respecto en la línea de la ley de partidos o de la cremallera que han defendido otros partidos igualmente democráticos. Lo más triste no es caer en lo políticamente correcto acríticamente, sino que el tema es que, aun tomando estas aseveraciones como ciertas, sería cierto pensar que un grupo como VOX aportaría mucha negatividad y perspectivas nuevas a la ecuación, sobre todo, de cara al debate en la sociedad. Qué feo es contradecirse. Y ya haciendo una pequeña digresión: ¿en el fondo no son liberales todos los grandes partidos?, ¿acaso no son todos deudores de la propaganda y coquetean sin pudor con el populismo, azuzando miedos y emociones para saltarse el criterio ya mermado de la masa? Pensándolo bien, puede ser que VOX no aporte tanta negatividad ni variedad al juego: tienen mucho del mismo perro, pero con diferente collar. De cualquier modo, esto es salir del piloto automático, y ni se agradece ni se paga; así que, mejor nos olvidamos.
Viernes 13. Cuarta ponencia. Enrique Alonso (UAM). Las ucronías a través del cine
Concluimos con la última ponencia, que está en la línea de Ignacio Oliva Mompeán; es decir: algo interesante sin pretensiones. Una curiosidad más que apuntarse en la libreta, y muchas obras que seguro que merecen la pena. La recomendación del libro donde está todo lo dicho aquí, “Contrafactuales: ¿Y si todo hubiera sido diferente?”, es una futura adquisición casi segura. Es un tema interesante y divertido a partes iguales: desde la idea de que Colón naufragara y nos invadieran los aztecas hasta la idea de una Roma eterna, del vencimiento de la Armada Invencible o de la película “Patria” (1994). Y esa idea final de que, quizá, estemos viviendo en una ucronía también es muy sugestiva… De hecho, por mucho que ya se haya escuchado otras veces de distintas maneras, la verdad es que siempre es agradable salir de esa concepción de la historia como inevitable, tan de corte protestante. Podrían haber ocurrido otras cosas, aunque no por ello mejores o peores de entrada; y, si vamos un paso más allá, tampoco tiene que pensarse que todo se hubiera trastocado necesariamente. La historia no tiene por qué ser lineal: puede haber diferentes rutas que se pueden potenciar más o menos. En cualquier caso, presentar bien esta idea daría para otro artículo entero, y ya nos estamos pasando demasiado.
En resumen: terminamos el seminario en una nota positiva. Al final, y a pesar de sus tensiones, este ha ido de menos a más, como casi toda buena película. Esperamos haber acertado, por lo menos, al dar la cifra (dado que no había espacio para entrar con los decimales); y, en ese caso, haber suplido, en la medida de lo posible, el enorme vacío que deja el ausente periodismo universitario, que ni está en lo que tiene que estar ni se le espera. Concluimos, finalmente, que ha habido cuatro ponencias muy interesantes, cuatro dignas, alguna peor (aunque con cierto pase), y seis que son muy difíciles de defender. Ha merecido la pena, claro está. Sin embargo, ¿merecería la pena otra con esta proporción? Clarísimamente, no. Esas seis son instructivas para conocer el estado de la nación; pero, una vez conocido, hay que ponerse a trabajar e intentar mejorarlo. Y antes de intentar brillar más, tenemos que trabajar por oler menos; trasformando lo bajo en, como mínimo, mediocre. Ya parece esta una empresa casi utópica, así que mantengamos las pretensiones medidas. Prácticamente deberíamos estar satisfechos con intentar aguantar el nivel y que no sean en un futuro ocho las del sector inferior. Incluso si se siguen colando algunas interesantes en el medio plazo deberíamos celebrarlo. Luchar por mantenernos moribundos, pero crónicos, quizá sea lo más realista. Como dijo el sabio: «Soy muy optimista respecto al futuro del pesimismo». Aprovechamos este artículo tan largo, que posiblemente pase sin pena ni gloria, para recordar que todos los comentarios son bienvenidos. Si alguien quiere hacer alguna apreciación, critica o chascarrillo, este es su lugar. Sobre todo, teniendo en cuenta que es extraordinario, por no decir casi un milagro, que alguien lea algo de más de cinco páginas en internet. Intentaremos aplicar el despotismo ilustrado inherente a la web, con lo mínimo de despotismo y lo máximo de ilustrado. Ya sabéis que aquí tiene cabida todo, menos lo flagrantemente ilegal; así que, intentemos ser elegantes, sutiles e inteligentes para conseguir, con un poquito de valentía, seguir siendo libres, en la medida de lo posible.
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Un poco críptico, amigo Asimov, pero nos hace muy felices igualmente que hayas roto el hielo. ¡Gracias! Nos apuntamos como mejora de futuro hacer que las imágenes se vean directamente en los comentarios.
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«Lo relevante en la mentira no es nunca su contenido, sino la intencionalidad del que miente. La mentira no es algo que se oponga a la verdad, sino que se sitúa en su finalidad: en el vector que separa lo que alguien dice de lo que piensa en su acción discursiva referida a los otros. Lo decisivo es, por tanto, el perjuicio que ocasiona en el otro, sin el cual no existe la mentira»
Jacques Derrida
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Nos ha costado entenderlo, pero creo que estamos de acuerdo. El engaño es más o menos grave dependiendo del contexto: no es lo mismo que alguien mienta en un bar a que un político, un profesor, un militar o un juez mienta en ejercicio de sus funciones; el perjuicio que generan estos últimos es mucho mayor. En cualquiera de los casos, gracias por contribuir al movimiento de neuronas.
PD.: Aunque bueno, eso de que la mentira no existe y que, más aún, no se opone a la verdad es algo muy discutible, junto con tantas otras ideas provocadoras de Derrida.
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¿Por qué no pones imágenes en los artículos?
https://filosofiaa24imagenesporsegundo.com/cartel-prueba-impresion-2/
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Por cuatro razones: mantener que el peso de la página sea el menor posible, simplificar el trabajo, poner el foco en lo importante y evitar la tentación de caer en el efectismo de lo visual.
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