Jornada Electoral 2023. Tercera parte: Vox (VOX 2023)
Hoy toca ponernos manos a la obra con el partido de Santiago Abascal bajo las mismas premisas que hemos seguido con los anteriores. Os recordamos que el método que vamos a utilizar ya lo explicamos en nuestro artículo de introducción, que damos por sentado que tenéis en la cabeza nuestro acercamiento de 2019 y que la página oficial es perfectamente accesible desde Archive.org. Sin más dilación, comencemos.
Arrancamos por el tramo del programa, que encontramos en la parte de arriba de la web, dentro de la sección de «medidas de Vox», y bajo el título de “Agenda España” —si queremos descargar el PDF, deberemos pedírselo a Google—. Y…, ¡sorpresa!, está actualizado a 2021: una deferencia que, sin duda, es de agradecer. El problema se produce cuando no conseguimos dar con el antiguo, el de 2018, que se llamaba “100 medidas urgentes para España”, y nos vemos obligados a buscarlo, otra vez, en la gran G, para darnos cuenta de que está perdido en una esquina del sitio oficial. Más allá de estas consideraciones, la versión reducida a una sola página está también desaparecida y hay que escarbar para encontrarla. Sea como fuere, y teniendo ya todos los programas encima de la mesa, lo primero que llama la atención es que hemos pasado de 11 páginas a 46, constituyendo el nuevo programa una ampliación bastante generosa en todos los aspectos (aunque lo que sí os podemos adelantar ya es que el espíritu de los 100 puntos está contenido, casi en su totalidad, también en esta reciente versión).
Muy resumidamente, a vista de pájaro podemos comprobar que el partido sigue siendo muy liberal y conservador —con las tensiones inevitables que esta situación encierra—. Dentro de la parte liberal, que es fundamentalmente económica para los estándares actuales, cabe decir que mantienen su afán por bajar los impuestos y quitar subvenciones. En cuanto a los impuestos, destacamos la eliminación de todo tipo de tasas, minimizando, a su vez, trámites y normativas, junto con la supresión del impuesto sobre el patrimonio, así como el de sucesiones, donaciones y plusvalías municipales. Eso sí, no creáis que se olvidan del ‘Estado del bienestar’, dado que también apuestan por fortalecerlo a través del aumento de «la inversión en Sanidad, Educación, Dependencia, Pensiones e Infraestructuras». Sin embargo, y aquí está la novedad respecto a otros partidos ya analizados, se supone que no lo pagarán los ricos, sino que se hará mediante la reducción de «todo el gasto público innecesario», donde están incluidas las subvenciones, y, sobre todo, disminuyendo el peso de la infraestructura autonómica. ¿Saldrán los números? He ahí la cuestión. Luego entramos en el asunto conservador, que preferimos, por su idiosincrasia particular, considerarlo algo así como un ‘conservadurismo pop’, pues estos chicos no son ni monárquicos, ni franquistas ni nada que se les parezca. Son, ciertamente, el negativo de Podemos y el PSOE, dado que, en casi todo lo que estos están a favor, ellos están en contra (destacando aquí todo lo que podríais imaginaros, y todavía un poco más).
Lejos de políticas de ‘género’, asuntos feminoides y demás, abogan, entre otras cosas, por acabar con las cuotas, derogar la Ley de Violencia de Género y suprimir cualquier ayuda de la sanidad pública que tenga que ver con la disforia sexual, la eutanasia o el aborto —siendo, sobre todo el último punto, una exageración sin paliativos—. A su vez, pretenden crear un ‘Ministerio de Familia’… Y aquí queremos hacer una petición formal a la clase política: ¡dejad de construir más ministerios, por Dios! Y, por si fuera poco, comentan lo de instaurar una ‘Perspectiva de familia’, como señalamos que también hacía el PP —en serio: no pueden ser más podemitas—. Otra de sus obsesiones es, sin duda, el tema de los inmigrantes ilegales, que va de la mano de luchar contra el multiculturalismo pánfilo actual. Siguen siendo muy fetichistas con los símbolos nacionales y, obviamente, tienen todo el día a España en la boca. Insisten en muy malas ideas, como la de ilegalizar los partidos secesionistas, y en otras muy buenas, como la de derogar la Ley de Memoria Histórica. En esta línea, tampoco pueden estar en contra de los delitos de odio con radicalidad, pues les resulta una herramienta muy útil. Esto lo demuestran con aquello de querer «detener la persecución de opiniones, sentimientos o valores arraigados en nuestra sociedad camuflada bajo el ambiguo paraguas del “delito de odio”», pero apuntando después que, según ellos, esto «casi nunca se aplica a los verdaderos promotores del odio en España: los separatismos, la extrema izquierda y las ideologías totalitarias»; apunte que no es inocente y que encierra tormentas, como veremos más adelante.
«Recuperar la vitalidad y autonomía de los municipios. Para ello, se les debe liberar de la ineficiente estructura autonómica y del ejercicio de competencias innecesarias para que se concentre toda su fuerza en promover lugares seguros de convivencia entre vecinos, creación de empleo e iniciativas vecinales».
Otro de los puntos fundamentales de Vox es su idea de centralizar el Estado y todos sus servicios públicos, lo que podría tener cierto sentido a la hora de apostar por la igualdad de oportunidades, pero que no deja de ser algo muy jacobino, ergo socialista en el sentido más profundo de la palabra. Obviamente, siguen apostando por la autosuficiencia energética, lo cual, como ya veremos, llevan más allá, caminando hacia el proteccionismo —algo eminentemente poco liberal—. Respecto a la educación, pretenden ser más exigentes y aumentar su calidad, con unas evoluciones curiosas que ya comentaremos. Por último, siguen siendo muy ecologistas…; aunque, como era de esperar, no a la manera de ‘la religión de las élites globalistas’. En comparación con lo que ocurría en 2018, no sólo se olvidan ahora de la idea de eliminar el Jurado, sino que tampoco hacen alusión alguna a la OTAN, lo que tiene sentido si no perdemos de vista que la cantinela ‘antiglobalista’ es una de las nuevas modas de nuestro partido verde —se refieren a ello 23 veces en el programa de 2021 frente a la ausencia total de este asunto en el del 2018—, provocando que apostar por una de las organizaciones más globalistas que hay les coloque en una tesitura complicada —por mucho que la apoyen todos los días, por sabiduría geoestratégica y porque es una muy buena arma para cargar contra los socialistoides, que la odian con toda su alma—. Sea como fuere, el rechazo a la globalización y la cuestión casi conspiranoica de que hay unas élites económicas que tienen unos intereses malévolos que buscan destruir las tradiciones europeas es una novedad triste, por exagerada y estúpida, que permea a lo largo de los 20 puntos del programa y que constituye una maniobra muy a la podemita, dado que importa las filias y las fobias de la cháchara política de Estados Unidos, pensando solamente en su utilidad propagandística.
«Asistencia a todos los españoles en situación de vulnerabilidad. Ningún compatriota más sacrificado ante los intereses de las élites políticas y económicas».
Vistas las cuestiones generales de los programas, saquemos la lupa y comentemos un par de detalles, comenzando por las cosas que estaban en 2018 y sobre las que no hicimos hincapié en 2019. No sólo encontrábamos ya el tema de Gibraltar, sino que también aparecía la idea de liberar «todo el suelo que no esté o deba estar especialmente protegido por motivos de interés ambiental, paisajístico, productivo o para la Defensa Nacional». Otra cosa que pasamos por alto en su momento es la tontería demagógica, mil veces espetada sin matiz ni reflexión, de reindustrializar España. Repetido tanto por los unos como por los otros, es un tema en el que nunca se entra en serio y que siempre se idealiza como si fuera la panacea. Sólo por curiosidad: ¿cuántos de vosotros accederíais a trabajar en una fábrica? Esto mismo, por cierto, también puede aplicarse al tema de la natalidad: ¿cuántos de vosotros estaríais dispuestos a tener tres hijos o más? Hablando de hijos, no sorprende a nadie que sigan estando en contra de los vientres de alquiler. Más allá de esto, dicen defender la independencia del Poder Judicial, lo que ya veríamos hasta qué punto mantendrían en el caso de llegar al poder. Lo rural les gusta mucho, al igual que fortalecer la legítima defensa y apostar por una nueva «Ley de memoria, dignidad y justicia para las víctimas del terrorismo» que «impida de forma efectiva los homenajes a los terroristas». Esto, desde luego, es problemático si lo pensamos en profundidad, pues se supone que estaban en contra de la Ley de Memoria Histórica y que no dudan en vanagloriarse siempre que pueden a la hora de defender la libertad de expresión —como hacen en la sección 18, que lleva el mismo título—. Y precisamente relacionado con esto último se encuentra el punto más oscuro de Vox: dentro de la primera parte, titulada como «Igualdad entre españoles», página sexta, medida octava. Comenzamos ahora con las cosas que estaban en 2018, pero que han evolucionado en el nuevo texto.
«Suprimir todos los organismos ideológicos y subvenciones a partidos, sindicatos, patronales y otros entes políticos».
Suprimir todos los organismos ideológicos… ¿Suprimir todos los organismos ideológicos? Son claros, eso nadie lo puede negar. Es cierto que lo segundo, la idea de suprimir subvenciones a partidos, sindicatos y demás, lo podría hasta firmar; pero no lo primero. De algún modo, esto vendría a ampliar la idea de ilegalizar partidos; y, claro, luego nos creemos adalides de la libertad de expresión y nos hinchamos diciendo que estamos en contra de la ‘cultura de la cancelación’. Ya se ve…, claro que sí. Esta hipocresía invita a la arbitrariedad y… miedo me da cómo responderemos a la pregunta de quién decide qué organización se suprime bajo la etiqueta de ‘organismo ideológico’. Una vez visto esto, nos da mucha pereza proseguir, no os vamos a engañar; pero hagámoslo, aunque sólo sea por curiosidad. Una de las cosas que ya estaba, pero que se ha intensificado, es la idea de ‘identidad nacional’, que aparece ahora más cargada que antes y en la que se acentúa la palabrita «identidad» (porque ya sabemos que todos queremos ir a la moda). Por su parte, otra cuestión que muta es que pasamos de apostar por «un nuevo modelo para nuestras pensiones (mixto de capitalización y reparto)» que se base en la solidaridad, «garantizando una pensión mínima que se revalorice con el coste de la vida», y en la propiedad, «asegurando el derecho de los ciudadanos a disponer de ahorros propios al finalizar su vida laboral que complementen las pensiones mínimas», a «asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones mediante la reducción drástica del gasto político y la superación del sistema autonómico que despilfarra fondos públicos». En resumidas cuentas, pasamos de matizar algo, en un intento de afrontar la quiebra de las pensiones, a la versión voxera de ‘que lo paguen los ricos’. Otra cosa muy divertida que evoluciona es su postura ante el aborto, que, ahora, aliñada con la novísima Ley de Eutanasia psoepodemita, les da alas a los seguidores de Abascal para hablar de que pretenden garantizar la objeción de conciencia para todos los sanitarios ante las ‘imposiciones de la cultura de la muerte’… Ésta es otra de las palabritas mágicas que gusta tanto a los anglófilos de un lado y del otro: les encanta hablar de la ‘cultura de algo’. Y ahora, cómo no, les tocaba el turno a nuestros autoproclamados patriotas para aportar su granito de arena con eso de la cultura de la muerte —que a mí me recuerda a la Estrella de la Muerte—. A su vez, ahondan en la idea de los cuidados paliativos, que ya hemos dicho muchas veces que es buena, pero que, en este caso, está rodeada de ideas virulentas. Y, por último, abandonamos la «hispanidad», o la «comunidad histórica hispana», para abrazar la «iberosfera»: nos alejamos de nosotros mismos y de nuestro legado, olvidamos la facticidad de Roma y abrazamos la idealidad de Grecia (y esto lo promueven quienes se consideran los más patriotas…).
Por último, entramos en el campo de las novedades, con cosas que, aun estando alineadas con el espíritu de los 100 puntos primigenios, son demasiado originales como para considerarlas una evolución de asuntos ya tratados. Empezamos por un lugar común dentro de nuestra clase política: el tema de regular las casas de apuestas. Proseguimos con otra de las modas de nuestro tiempo: la cuestión de la supuestamente problemática despoblación del interior de España. También, por cierto, pretenden construir viviendas sociales públicas —algo muy liberal—, acabar con los falsos autónomos y convencernos de la conveniencia de cuidar de nuestros mayores. De hecho, respecto a esto último, y con la palabra ‘cultura’ en la boca otra vez, eso sí, comentan que «frente a la cultura del descarte, España no puede abandonar a quienes con su trabajo y esfuerzo han levantado la Nación». Seguimos con las nuevas incorporaciones, descubriendo que no les gusta el suicidio, pero menos aún quedarse atrás con la modita actual de los problemas mentales. Y ahora hablemos de educación, donde apuestan por la «recuperación del prestigio y autoridad del profesorado», haciendo hincapié en la excelencia, y donde también hablan de «rescatar a las universidades de todas las imposiciones ideológicas totalitarias y su cultura de la cancelación, recuperando su vocación como espacio de libertad y búsqueda de la verdad y la belleza» —voy a llorar de emoción—. A su vez, terminan asegurando que van a promover las «Humanidades como elemento imprescindible y transversal de la enseñanza a todos los niveles para favorecer el desarrollo de nuestros jóvenes». Maravilloso. A alguien de Vox se le ha ocurrido ir a pescar ideas a los programas de partidos como la Falange Española de las Jons y… han atrapado una buena. Pero, claro, yo no atiendo a cantos de sirena.
Llegamos a una de las aportaciones más trabajadas del nuevo programa: el claro acercamiento al proteccionismo. En relación con esto, sostienen que van a crear todo tipo de incentivos para que las empresas vuelvan a la madre patria y que también pretenden revisar los tratados de libre comercio y que se cumplan, estrictamente, una serie de cuotas de importación. Más allá de esto, se deshacen en planes para fomentar el comercio local frente a las grandes multinacionales, que son muy globalistas y malignas, y apuestan por que las grandes tecnológicas paguen más impuestos —¿esto lo ha pensado Pablo Iglesias o Íñigo Errejón?—. Les gustan las raíces de Occidente, por mucho que no parezcan conocerlas demasiado; y, eso sí, la libertad es importante, como ya se encargaron de promulgar primero Isabel Díaz Ayuso o Juan Ramón Rallo (obviamente, tampoco quieren perder ese tren). Y es en este punto donde se elevan como los más fieles defensores de la libertad de expresión. Lo cierto es que resulta extremadamente fascinante que pretendan prohibir las ayudas a medios privados de información e impulsar el cierre de las televisiones autonómicas, pero manteniendo intocables, eso sí, los medios de comunicación nacionales públicos. Y es que, como bien sabemos, esos, precisamente esos, siempre dicen la verdad. Por ir ya cerrando, diremos que les caen muy bien las clases medias trabajadoras y que pretenden impulsar la subida de todos los salarios, especialmente de aquellos más bajos —así que confirmamos con esto eso de que les están intentando quitar votos a Podemos, y no sólo por ir de rebeldes—. Para terminar, cabe decir también que les preocupa mucho la amenaza de los totalitarismos, como el chino, que, además, según ellos, es «el responsable de la expansión del virus de Wuhan a nivel mundial y debe pagar las consecuencias de sus irresponsabilidades». (De hecho, en los vídeos veremos cómo Abascal carga contra las medidas pandémicas, acusando a Pedro Sánchez de ser un tirano y de buscar sólo poder.) El problema de todo esto es que no se dan cuenta de que la censura que ellos pretenden implantar les emparenta de manera preocupante con el gigante asiático. Para concluir esta parte, vamos a subrayar algo que ya hemos comentado: lo de la moda contra el globalismo. Es una novedad tan potente que incluso afecta al propio nombre del programa —“Agenda España”—, que, como ya estaréis suponiendo, tiene como punto de referencia “La agenda 2030” que tanto aman los del PSOE y Podemos; lo que convierte a Vox en la sombra de estos partidos.
«No habrá igualdad real entre españoles mientras una casta privilegiada viva del esfuerzo del español de a pie».
Pasemos ahora a analizar las redes sociales. Tienen Facebook, con 685.546 seguidores; Tuiter, con 506.200; Instagram, con 643.000; Youtube, con 486.000; Flickr, con 264; Telegram, con 46.200; TikTok, con 97.700; y una novedad, Gab, con 6.300. Más allá de estas redes, que son las que publicitan en su página web, encontramos que también tienen Twitch, con 13.147 seguidores. Por lo demás, no cuentan con aplicación propia y, si bien tenían una tienda en su página web, buscando con cuidado nos damos cuenta de que tampoco era nada del otro mundo. (Desgraciadamente, nos quedamos sin nuestro sueño de tener un torito de peluche con sombrero y banderita de España.) Por otra parte, hay que decir que la página de afiliación está bien promocionada y es moderna, además de contar con opciones para estudiantes, jóvenes, familias numerosas, parados, jubilados y discapacitados, con precios que van desde los 30 euros al mes hasta el mínimo, que sería uno. Continuemos ahora con los vídeos. Así como el primero se llama “Vídeo de un seguidor de la #EspañaViva”, el segundo aparece bajo el nombre de “Demoledora réplica de Santiago Abascal a Pedro Sánchez” —título que, para ser de un patriota, no suena a español como Dios manda, siendo «Una réplica demoledora de Santiago Abascal a Pedro Sánchez» mucho más fiel a la lengua de Cervantes—. Como curiosidad, y antes de empezar con el primero, cabe destacar que los vídeos de Vox tienen muchos más comentarios que los de los otros dos partidos que hemos tratado hasta la fecha: así como los del partido verde tienen 364 y 1761 respectivamente, los del PP se quedan en cero y 80, y los del PSOE se elevan a 32 y a ninguno. Dicho todo esto, entremos en materia.
Respecto al primero…, no sé si será cierto eso de que es un vídeo aficionado o más bien es uno que les había quedado un poco cutre y, por no desperdiciarlo, lo han llamado así. Las ideas que se nos presentan son que hay muchos que desprecian a España, no sé qué de un gobierno cómplice de una invasión migratoria, la traición en Cataluña y que el PSOE es el gobierno de la ‘España muerta’. Luego está la ‘España viva’, que tiene a su pueblo, su genio, su rey… y a Vox. El vídeo, por cierto, cierra con mujeres y niños con banderitas de España. La verdad es que no está mal, porque resume muy bien las cuatro ideas que maneja este partido en un minuto. Eso sí, creo que con el siguiente nos vamos a alargar un poco más.
Nos encontramos ahora con una réplica sin contexto de Santiago Abascal en el Congreso, donde comenta que no dejan hablar a los suyos sin que les interrumpan y que, al parecer, alguien ha hecho un discurso de adoración a Pedro Sánchez como si fuera el líder norcoreano —bonita exageración—. Luego le achaca al cabecilla socialista su resquemor sobre unas manifestaciones que no concreta (algo cuya veracidad nos despierta ciertas dudas). Prosigue hablando de un plan oculto —que, por lo visto, es ‘muy visible’— del PSOE, que ha conformado el único gobierno que ha «encerrado a los españoles, que ha pisoteado la Constitución»; que, en suma, «ha restringido con el estado de alarma derechos y libertades». Un momento… ¿Está Abascal ligando las medidas para controlar la pandemia del coronavirus a una intención de poder, quizá… dictatorial, a lo Kim Jong-un? Maravilloso. Sánchez hace un gesto de alucinar y, en este caso, tiene toda la razón: el patriota está patinando. A continuación, el amigo barbado comenta que su adversario ha cambiado el Código Penal para favorecer a sus socios. Y lo cierto es que, siendo pertinente la crítica por lo que tiene de verdad…, no podemos tampoco olvidarnos de cómo hemos empezado el discurso. Ésta es la vieja estrategia del charlatán: mezclar ideas valiosas entre kilos de basura. En fin… Más tarde bromea con que el gusto por los espejos del presidente es excesivo, comentario ante el cual Pedro no puede evitar sonreír. Poco después pasa a hablar de una supuesta moción de censura, otra vez haciendo chascarrillos sobre que nuestro presidente es el ‘líder supremo’ y que será la oposición la que decida cuándo hacerla. Habla, más adelante, de que deberá explicar sus lazos con podemitas y nacionalistas, refiriéndose a ellos como los que no querían apoyar a Ucrania, los herederos del terrorismo o ‘los aliados del comunismo internacional’ y, por lo tanto, de Putin —porque, claro, todo el mundo sabe que el líder ruso es comunista—. Continúa echándole en cara que no conteste en sus intervenciones y retoma el tema de que restringe derechos como… el derecho a la información a las mujeres embarazadas… Luego acaba hablando también de la chapuza de la ley del ‘sólo sí es sí’ y de las rebajas de condenas. En este punto, el dirigente verde está surcando unos mares un poco crípticos. Sea como fuere, centra un poco el tiro después —por decir algo, porque es la típica perorata, en la línea de la que ya vimos de Feijóo, fabricada para subir a Internet—, hablando de las leyes que prohíben extraer recursos energéticos en España —¿se refiere al gas y al uranio?—. Sigue encadenando temas, sacando a relucir el cristo de las cajas de ahorro, comentando que Pedro Sánchez se deja mandar por Macron mientras que a él le cae mucho mejor su amiga italiana, y que el presidente no escucha a los españoles ni cuenta con tanto apoyo —algo que está por ver—. Para terminar, concluye con una bravuconada: que él no le tiene miedo ni al Gobierno ni a sus socios. Resumiendo: nada nuevo bajo el sol que no se pudiera uno imaginar leyendo el programa y sabiendo cómo es nuestra clase política actual.
Y yendo ya con Tuiter, analicemos los cinco tuits de 2019 y sus equivalentes de 2023. Lo primero que destacamos en el día seleccionado de 2019 es que sólo tenemos tres publicaciones, que contrastan con las 16 del Partido Popular y las 38 del Partido Socialista. Por otra parte, no parecen reciclar los vídeos de Youtube, utilizan bastantes emoticonos y banderas de España —no se podía prever—, y…, bueno, pues lo de siempre: en contra de los feministas, los nacionalistas catalanes y demás. Como detalle, les dolió que no les invitaran a los Goya, lo que es completamente entendible si tenemos en cuenta que es un evento típicamente de vanguardia progresista. La etiqueta que manejan es «#EspañaViva», el tuit con más comentarios tiene 1117 y el que cuenta con más retuits asciende a la cifra de 5116. En 2023 publican un poco más, pero tampoco demasiado, pues nos encontramos con 7 actualizaciones frente a las 12 del PP y las 29 del PSOE. Más allá de esto, de la actualidad tuitera voxera destacamos que ahora sí reciclan vídeos de Youtube, como comprobamos que hacen con un directo del negro de Vox: personaje de lo más molesto para muchos, al ser mulato, católico y un patriota tanto catalán como español. Para terminar, constatamos que hablan de inmigración, de qué bien va su Castilla, de feminismo, de seguridad… Y, para rematar, comparten una noticia donde se dice que han detenido en Gerona a unos magrebíes con dos AK-47. A su vez, mientras sus etiquetas predilectas son «#VOXútil» y «#BarriosSeguros», sus números más destacables son 151 comentarios y 727 retuits. En conclusión, lo único que nos sorprende es su poca actividad tuitera (algo que, por cierto, es digno de agradecer).
Vamos a ir ya terminando este artículo, aunque no sin antes recordar algunas voces que han pensado sobre este partido. Si bien a quien quiero referirme en primer lugar es a José Miguel Gambra, con su cristalino “VOX, ¿una esperanza?”, que sentencia con acierto que, en cuanto a Vox, «lo que mal empieza, mal acaba», también me gustaría destacar “Las dos almas culturales de Vox”, de Julio Llorente, que se atreve a señalar al rey desnudo y pronunciar que «Vox no tiene dos almas; Vox tiene jeta. Una jeta desproporcionada, ¡una jeta de proporciones bíblicas!». ¿Y nosotros qué tenemos que decir…? Pues un par de cosas. De hecho, teniendo en cuenta lo que nos ha revuelto volver a analizar a este partido, vamos a explayarnos a gusto. Las ideas del partido de Santiago Abascal están al servicio de las modas del equipo progresista, pues, aun yendo a la contra de las que manejan sus rivales, están pensadas en los mismos términos, a saber: convencer al votante sin argumentos, espetándole ideas demagógicas sencillas que aludan a sentimientos, a movimientos sociales de masas y que, además, suelan venir del mundo anglosajón. Si a esto le sumamos su descarada apuesta por acabar con sus adversarios políticos mientras se definen como unos defensores de la libertad de expresión…, apaga y vámonos. Lo cierto es que han pasado los años y sólo podemos constatar que el ‘conservadurismo pop’ se ha demostrado tan podemita, o incluso más, que los seguidores más acérrimos de Pablo Iglesias. No podemos sino sugerir que aquellos que critican tanto al totalitarismo se miren de vez en cuando al espejo. Quizá hasta se sorprendan. Para ser tan reciente —del 2021—, el programa de Vox tiene unas perlitas muy dolorosas para cualquiera con dos dedos de frente. Definitivamente, este partido pivota entre lo patriotero y lo liberaloide, al son de lo que decide un comité de propaganda, erigiéndose como un digno heredero de la ‘nueva política’ —exagerada, extravagante y demagógica— que trajo Iglesias y luciendo una voluntad renovada para brillar en el arte de ‘cabalgar contradicciones’. El psoepodemismo debería desaparecer, como ya concluimos, pero lo cierto es que su otra cara podría aprovechar el tirón y extinguirse también con él.
Si realmente crees en la superioridad de tu proyecto, tus argumentos serán incontestables, predicarás con el ejemplo, te sostendrá el calor de la verdad en los momentos más duros, tendrás la calma que inspira la certeza del éxito final y tus adversarios sencillamente perderán el apoyo de la gente hasta desaparecer. Y, si toca fracasar y gana otra vez Pedro Sánchez, si España se balcaniza, si las instituciones democráticas se pudren, si nos convertimos en un país de segunda…, pues nos terminarán censurando y persiguiendo a todos los que conservemos la cabeza en su sitio. Pero, incluso en ese hipotético escenario, será mejor ser censurados que censores. Porque, por muy difícil que sea en ocasiones, siempre ha habido quienes han aguantado el tipo. Y deberían recordar los autoproclamados como defensores de ‘las raíces de Occidente’ que la civilización por la cual se mide cualquier otra posible, la nuestra, lleva triunfante más de 2.400 años, por lo que no hay razones para pensar que el momento en el que nos encontramos no sea más que otra hora baja. Y España nunca volverá a ser lo que fue, pero es que tampoco pasa nada, porque seguiremos siendo occidentales, que es lo mismo que seguir siendo romanos o cristianos. Por tanto, si queremos apostar por preservar lo más valioso de nuestro espíritu, a la par que luchar por que los tiempos oscuros duren lo menos, no debemos dejarnos llevar por los atajos. Y la censura es un atajo que nos envilece, dado que somos nosotros, y no otros, los defensores de la verdad; siendo necesario para que ésta brille que nuestros contrincantes puedan ser absolutamente libres de defender su postura, por terrorífica que nos parezca. Porque nosotros no juzgamos lo propio como mejor por el mero hecho de ser lo nuestro: llegamos a esa conclusión por el camino de la crítica.
«En resumidas cuentas, nos encontramos con un partido muy liberal en lo económico y único representante mayoritario del que podríamos denominar «conservadurismo pop». En algunas cuestiones resulta original, pero tiene el problema de ser, en el fondo, un batiburrillo de ideas poco meditadas, junto a otras contradictorias o muy malas, que sólo apuntan a cargar contra el equipo progresista hegemónico y arañar los votos del hastío generado por sus exageraciones. Desde ninguna base teórica coherente, espetan ideas buenas mezcladas con ideas malas y, realmente, lo único que logran es movilizar a los más influenciables y a la minoría más liberal y conservadora. Todo esto lo consiguen hacer al tiempo que ensucian y prostituyen ciertas ideas que, en manos de gente más prudente e inteligente, podrían ser viables».
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Pues eso que VOX parece un Bloody Mary. Una buena base socialdemócrata, un fondo conservador, un tanto de radical, un ápice liberal, un punto nacionalista, un matiz proteccionista y algo de populismo y esencia sindical.
Dicho de otra manera: Un pizca de sal y otra de pimienta, el zumo de media lima, dos golpes de tabasco y uno de salsa inglesa, un buen apriete de vodka y a rellenar con zumo de tomate. (El apio es que a mi no me gusta).
En ambos casos para comer y beber del tirón o, como diría un castizo, para no mear y no echar gota.
Nota: El texto, de menos a más. Como una buena sinfonía.
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Eres generoso con el partido verde… Eso sí, me ha encantado y me ha parecido muy original la comparación con el Bloody Mary. ¡Gracias por el piropo!
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Maravilloso, sencillamente maravilloso. Es una pena que hayan perdido la inocencia y una buena parte de idealismo con los años. Si me hubiera cruzado con este vídeo en 2016, con su jovialidad y tono videoaficionado, desde la ternura me hubiera gustado bastante.
Eso sí, Podemos…:
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