Jornada Electoral 2023. Quinta parte: Ciudadanos (C’s 2023)
Continuamos hoy con el último de los grandes partidos españoles que tiene representación en el Congreso de los Diputados: Ciudadanos. Esta organización política, originariamente liderada por Albert Rivera y hasta hace cuatro días bajo el mando de Inés Arrimadas, era verdaderamente interesante a la altura de 2019. Sin embargo, ¿lo sigue siendo? En este análisis intentaremos dar respuesta a esa pregunta según la metodología planteada en la introducción a esta serie de artículos. Y, sin más dilación, comencemos, no sin antes decir que se puede acceder perfectamente a la página oficial del susodicho partido naranja desde Archive.org.
Arrancando, como ya es tradición, con la situación del programa, constatamos que, en el menú de arriba, dentro de la sección de «nuestras propuestas», en el apartado de «Para España», se encuentra una página web sin fecha y con diez puntos ridículamente escuetos (lo que se parece mucho a algo que ya vimos en 2019). Preguntando a Google, uno de los nuevos dioses paganos, nos topamos con lo que viene a ser la versión en hipertexto del programa actualizado a 2019, mientras que, en un documento PDF, como mandan los cánones, sólo encontramos una versión de ‘lectura facil’ a la podemita. A diferencia de lo que sucedió en el artículo original, donde conseguimos descargar la versión de 2016, no hemos encontrado ninguna otra más allá de la que hay en la página web con fecha y con pinta de programa electoral; así que, muy a nuestro pesar, deberemos asumir la falta de delicadeza por parte de Ciudadanos y procesar a título individual su descuidado programa para que se lea correctamente.
Empecemos primero comentando las líneas generales que comparte la versión actual con la de 2016. El antiguo partido de Albert Rivera es una agrupación política confesamente liberal que pretende moverse en la línea europea de la socialdemocracia, intentando combinar la máxima libertad individual y económica con el mantenimiento de unos servicios públicos y unas ayudas sociales de calidad. En este punto, destacan tanto las ideas de simplificar la legislación, las regulaciones y la burocracia como la de apostar por acabar con los contratos temporales con una suerte de nuevo contrato indefinido único —que, para ser viable, debería flexibilizar el despido—. Sin duda, esto podría conllevar ciertas tensiones respecto a la propuesta de este partido de conseguir más derechos para los trabajadores; aunque también es verdad que, si manejamos ideas como la de la llamada «mochila austriaca», quizá podría llegar a ser algo interesante. Por otro lado, es loable la voluntad de que los servicios públicos, desde la base hasta la dirección, estén en manos de profesionales elegidos de manera transparente por méritos y capacidad, así como también es muy interesante la aspiración de luchar por la independencia y la pluralidad de los medios de comunicación estatales, como Radio Televisión Española (RTVE) —por mucho que, visto el poder que encierra dominar dichos medios, implique un acto de fe por parte del electorado hacia quien prometa algo así—.
A su vez, como buenos liberales, son eminentemente progresistas, estando al día en todas las filias y las fobias actuales: desde lo feminoide, pasando por el tema ecologista y por todo lo que uno podría reconocer como ‘de moda’, hasta llegar a los discapacitados. Evidentemente, la ‘España vaciada’ hace acto de presencia, como también lo hace la eutanasia o cosas más extremas, y valientes, como los vientres de alquiler —o la llamada ‘gestación subrogada’—. Si bien hay infinidad de ejemplos de esto y no queremos alargarnos en exceso, sin duda es destacable su compromiso a la hora de forzar que haya un 50% de mujeres en todos los trabajos y puestos de responsabilidad (obviando por completo que quizá existan razones de fondo biológico para comprender que una paridad perfecta no sólo es imposible, sino también perjudicial). Esto mismo lo aplican de igual manera en su apuesta por «promover la igualdad real para todas las personas LGTBI» (aseveración que, a poco que uno la piense con algo de detenimiento, implica problemas e injusticias). Y, hablando de injusticias, teniendo en cuenta lo orgullosos que están de apoyar el Pacto de Estado contra la Violencia Machista y de luchar contra la ‘violencia sexual’, deben coquetear, aunque no sea de manera explícita, con la tendencia actual a vulnerar la presunción de inocencia y a juzgar de manera sexista a los ciudadanos españoles.
Más allá de esto, como bien dicta el liberalismo progresista, son eminentemente cientificistas y pragmatistas, con todas las implicaciones que esto conlleva en cuanto a la educación y a la concepción de lo que los políticos llaman ‘cultura’ —¿cuándo dejamos de hablar de arte o de filosofía?—. Y aparte de reincidir en que están en contra de la piratería, nos preocupa, viniendo además de un partido tan patriota, que se apueste tanto por el inglés en las aulas y que la calidad universitaria se juzgue con la innovación, la empleabilidad y la tecnología en la cabeza. Quizá el problema resida en que ser un patriota casa fatal con ser demasiado liberal o progresista. Al margen de estas cuestiones, no vamos a comentar el predomino de la denominación «Latinoamérica» sobre la olvidada «Hispanoamérica», pero sí vamos a recordar que Ciudadanos comprende claramente el peligro del nacionalismo, siendo quizá lo único que sigue brillando a día de hoy con claridad dentro de este partido. Obviamente, no escapan de estar a favor de los llamados ‘delitos de odio’, que compran en todas sus formas y colores: desde el enaltecimiento del terrorismo hasta cosas que tengan que ver con ‘el respeto a los símbolos constitucionales’ o el «racismo, sexismo, LGTBIfobia». En resumidas cuentas, el paquete completo; salvo, eso sí, temas de ‘memoria histórica’, sobre los que, en cambio, guardan silencio. Si a esto le sumamos su poca tolerancia con los presuntos delitos en relación con los políticos, pues sólo ante la mera imputación por corrupción consideran que deben abandonar el cargo…, no tenemos claro hasta dónde estos ‘liberales’ defienden derechos tan importantes como lo son la presunción de inocencia o la libertad de expresión.
En cuanto a las semejanzas respecto a lo que ya dijimos en su momento, constatamos que siguen siendo hondamente europeístas y que están a favor de la OTAN, conservando, además, su voluntad de cambiar la ley de partidos para que sea más proporcional, para que los partidos regionalistas no estén tan sobrerepresentados y para que las listas sean abiertas. En esta línea, reinciden en transformar el Senado en una especie de cámara territorial (lo que, como ya comentamos en 2019, tiene sus problemas). Dicho todo esto, hay algún que otro tema que, si bien estaba en el programa de 2016, no destacamos lo suficiente en su momento: que ya hablaban de la eutanasia y de los cuidados paliativos, que ya vieron venir la moda de los problemas mentales, y que mencionaban otras cuestiones muy manidas, como su compromiso por acabar con los aforamientos —algo que debe pensarse detenidamente— y su voluntad no sólo de que el Poder Judicial fuese independiente —otra promesa que pide mucha confianza por parte de tus votantes—, sino también de que se diese una mejora general de la judicatura para hacerla más eficaz. Pero, sin lugar a dudas, lo más gordo que dejamos pasar fue su intención de cambiar la Constitución para centralizar el Estado y acotar la autonomía de las diferentes ‘comunidades’ de España. Eso sí, como veremos más adelante, llevan sus propuestas de cambios a nuestra Carta Magna mucho más allá, siendo la tónica general que la mesura y la prudencia que antes les caracterizaban brillen por su ausencia.
Vamos ahora con las cosas que ya estaban en el programa de 2016, pero que han evolucionado. Aunque antes no pretendían subir los impuestos, tampoco cargaban las tintas con bajarlos; sin embargo, ahora comprobamos que buscan reducir el impuesto sobre la renta ‘a las familias’, suprimir el impuesto de sucesiones y donaciones —nos olvidamos de ‘las herencias millonarias’—, limitar al 15% el impuesto de sociedades a las pymes, que no se pague la plusvalía municipal en las transmisiones en las que no se produzca un incremento de valor del inmueble, que los autónomos con ingresos ‘reales’ inferiores al salario mínimo no tengan que pagar cuotas fijas cada mes y, por último, disminuir un tercio la factura de la luz eliminando impuestos e ‘impulsando la competencia’. Por otro lado, en cuestiones feminoides exageran sus posiciones en busca de utopías, entre las que destaca la de acabar con la llamada ‘brecha salarial’, con iniciativas peliagudas como la de ‘incentivar’ la publicación de estadísticas salariales desglosadas por sexo en las memorias empresariales de cuentas anuales y, en el caso de las que cotizan en bolsa, también en su página web. Además, pretenden también ‘incentivar’ la presencia de mujeres en las instituciones, en los organismos y en las entidades públicas, así como en los consejos de administración de las empresas —¿notamos cierto pudor a la hora de hablar de discriminación positiva y cremalleras al estilo psoepodemita?—. Por este camino, llegamos a una mención, también bastante problemática, sobre acabar «con la discriminación por sexo en los premios de las competiciones en las que se aporte dinero público». ¿Estos chicos no son conscientes de la diferencia cristalina en cuanto a popularidad y genialidad entre las selecciones masculinas y femeninas en tantísimas disciplinas atléticas? No se puede ir contra la biología y, en este caso, es trivial comprender que aquellos deportes donde la capacidad muscular o el tamaño del varón marque la diferencia —como puede ser el fútbol—, o aquellos en los que lo primordial sea la elasticidad y la movilidad articular de la mujer —véase el patinaje artístico—, generarán mayor espectáculo, alcanzarán cotas más altas de virtuosismo y provocarán un deleite superior en los aficionados, favoreciendo que se mueva más dinero y que la jugosidad de los premios aumente. Y, por esa misma razón, el balompié femenino o la gimnasia rítmica masculina constituirían más bien variedades enfocadas sobre todo a la satisfacción de aquellos deportistas que quieran llegar a la cima dentro de su sexo, pero también de los aficionados que disfruten de las nuevas estrategias que puedan surgir de estas competiciones —un ejemplo cristalino de esto sería el del pugilismo, donde las mujeres, aun rindiendo menos, aportan un espectáculo indiscutible y desarrollan técnicas propias interesantísimas para los amantes de dicha disciplina—.
Otras evoluciones por el camino de la exageración las encontramos cuando reparamos en cómo aumentan su dureza en relación con los nacionalismos periféricos y respecto a la idea de cambiar la Constitución para incorporar ‘nuevas realidades’, como «el derecho a la salud, a la atención a la dependencia, a la conciliación, a la transparencia y al acceso a la información pública», además de la eliminación de «la preferencia del varón sobre la mujer en la sucesión de la Corona», el blindado del «matrimonio entre personas LGTBI» y «la modificación del artículo 49 de nuestra Constitución para pasar de una concepción médico asistencial de la discapacidad a la nueva realidad garantista de derechos e igualdad de oportunidades que demanda la Convención internacional de Derechos de las Personas con Discapacidad suscrita por España». Lo cierto es que podemos decir que ha llegado el momento en el que hay que temer que los llamados ‘constitucionalistas’ cambien la Constitución. De hecho, no podemos evitar apuntar que, ante la mera duda —y leer según qué chorradas nos genera dudas—, para cambiarla a peor casi que es mejor aguantarla como está. Por último, hay una ligera mejora en el apartado de la ‘educación inclusiva’: ahora se permitirá elegir a los padres llevar a sus hijos minusválidos a un centro de educación especial o a uno normal. Desde luego, si lo comparamos con lo de juntarlos a la brava, algo que era tremendamente desconsiderado con los alumnos que requieren atenciones especiales, está razonablemente bien; pero, claro…, ¿debemos deducir de esto que los colegios vulgares han de adaptarse a tener algunos alumnos con problemas? ¿Vamos a tolerar perjudicar al común de los estudiantes, nuestro futuro, por una moda delirante y utópica? No tengo hijos; pero, si fuera padre, esto me podría en pie de guerra. Dicho esto, vamos a repasar las novedades más destacables.
Dado que son muy liberales, pretenden que una empresa se pueda abrir en 24 horas y que todos los trámites se puedan hacer a través del móvil, además de bonificar los primeros contratos laborales de los jóvenes y dar préstamos sin intereses hasta 15.000€ para la primera propiedad. Aspiran, inocentemente, a cerrar todos y cada uno de los ‘chiringuitos’ políticos —en este caso, la palabra y las comillas simples son suyas—, asegurando que «suprimirán todos los organismos, agencias, empresas, fundaciones, consorcios, ‘embajadas’ autonómicas, etc., que carezcan de justificación» —¿Vox, eres tú?—. Dicen que lucharán contra el nepotismo en la administración pública y que auditarán a las televisiones autonómicas para asegurar su neutralidad y pluralidad —aquí son poco creíbles, pero coherentes, dado que también lo dicen, como ya apuntamos, de RTVE—. Pretenden despolitizar el Consejo de Seguridad Nuclear —aunque es la única mención que hacen a dicha energía geoestratégicamente vital, al menos es un avance respecto a no mencionarla— y nos comentan que, a la vez que buscan reducir los descartes y desperdicios alimentarios, quieren fomentar el aprovechamiento de alimentos aptos para el consumo, pero no para la venta, a través de la donación a entidades sociales —tema interesante, pero no primordial—. Hablando de temas fundamentales y necesarios según Ciudadanos, a nuestras mascotas hay que considerarlas como a «un miembro más de la familia». Evidentemente, se suman a la moda animalista, con cosas como hacer una «Ley de Bienestar y Protección Animal que eleve las penas previstas para el abandono y maltrato de animales y facilite el acceso de nuestras mascotas a transporte y espacios públicos» —y, claro, el problema de la suciedad, las enfermedades, los parásitos y la situación de los alérgicos les importa entre cero y nada—, o con asuntos como el de dejar de considerar a los animales de compañía como cosas para pasar a percibirlos como ‘seres vivos dotados de sensibilidad’ (eso sí, los cerdos, las gallinas y las vacas seguirán siendo tratados como ‘cosas’). Por cierto, después de hablar de estas cuestiones, casi a renglón seguido nos comentan que están a favor de la caza y de la pesca «como actividades tradicionales y generadoras de riqueza y empleo en nuestros municipios rurales». Son animalistas, pero sólo hasta donde les viene bien a ellos —y al nicho de votantes burgueses de ‘la parroquia del perrito’ al que quieren encandilar— y sin pensar demasiado en la coherencia —vale que los animalistas no están muy bien de lo suyo, pero tontos tampoco son—.
Seguimos con las novedades y con las chorradas, entre las que destacamos su propuesta de incluir una asignatura sobre la Constitución española —proponemos, así como idea general, dejar atrás la asignatura de «Formación del espíritu nacional» y evitar con todas nuestras fuerzas crear la enésima iteración de ella—. Más allá de esto, llama la atención lo obsesionados que están con la familia —en la línea de Vox o del PP—, con el detalle de que aquí hablan abiertamente de fomentar la natalidad. La propuesta de que los abuelos que viven con sus hijos y nietos puedan tenerse en cuenta a la hora de obtener el carnet de familia numerosa podría considerarse una idea buena si no estuviera rodeada de demagogia. En cuanto a otras nuevas incorporaciones, cabe resaltar la de ponerse duros con la ocupación ilegal —ellos ponen «ocupación» con «k»—, diciendo que los echarán a las 48 horas. A su vez, no sólo ponen el acento en cosas como aumentar la presencia de los cuerpos del orden en las calles y en que los hurtos con reincidencia vayan con más facilidad a la cárcel, sino también en asuntos más serios, como que garantizarán «el cumplimiento íntegro y efectivo de las penas» y que ampliarán «la Prisión Permanente Revisable para que ningún delincuente quede impune» (pero sin hablar de la cadena perpetua, claro; porque donde esté un buen eufemismo…). Además de esto, se muestran más estrictos con la inmigración ilegal —nos ponemos también en este punto verdes y barbudos—. Llegados hasta aquí, no nos sorprende su apoyo a las fuerzas armadas. El problema es que, aun siendo razonable, ya no sabemos si responde más bien a un ajuste propagandístico o a una idea meditada; como, por ejemplo, también ocurre con su propósito de perseguir el enriquecimiento injustificado de los cargos públicos, obligando a los políticos a dar cuenta de su patrimonio una vez acabado su servicio. Para terminar esta parte, tenemos que decir que, como era de esperar, no se olvidan de la moda de la llamada ‘España vaciada’, aunque lo que queremos destacar son dos excentricidades curiosas: hablan de regular el cannabis para uso terapéutico —vamos, liberales: ¡legalización o nada!— y hacen referencia a algo así como acabar «con la ‘leyenda negra’», sin haber hecho mención alguna a nada que tenga que ver con el tema de la Ley de Memoria Histórica —por favor, dejad, amigos politicastros, en la medida de vuestras interesadas posibilidades, estas cuestiones a los historiadores e intelectuales—. En fin…, vayamos ahora con las redes sociales.
En su sitio oficial podemos comprobar que tienen Facebook, con 315.000 seguidores; Tuiter, con 510.300; Instagram, con 91.600; Youtube, con 59.300; TikTok, con 3847; y Linkedin, con 5849 seguidores y 248 empleados. Antes tenían un blog, o por lo menos distinguimos el símbolo de la vieja Blogger, que nos enlaza a…: ¡Dios mío, deberíamos haberlo visto antes! Más allá de esto, no tienen ni tienda ni nada entretenido —nos quedamos sin un burrito naranjita con un sombrerito de paja con el corazoncito ciudadanil—. Lo único medianamente interesante es que tenían una especie de revista que no actualizan desde 2018 y que funciona de maravilla como ejemplo de propaganda electoral y de darse pomada a uno mismo —documentos que, mira tú qué casualidad, han decidido restringir poco después de nuestra consulta y descarga—. Dicho todo lo anterior, centrémonos en Youtube y Tuiter.
Comenzaremos por el vídeo del 2019, que cae en el día 20 de febrero bajo el título “Albert Rivera. Pregunta al Presidente del Gobierno”, y proseguiremos con el de la actualidad, que se remonta al 15 de febrero del 2023 y que tiene por nombre “Inés Arrimadas pregunta a Sánchez sobre la grave situación de la sanidad española”. En cuanto al primero, tenemos que decir que nos encontramos con un Albert Rivera hablando en el Congreso de los Diputados en el momento de hacer una pregunta, que consta de dos partes, a Pedro Sánchez —al parecer, justo antes de las elecciones—. De entrada, interpela al Presidente sobre si va a aceptar negociar con los independentistas catalanes, con un mediador, los famosos —y desquiciados— 21 puntos; y, más tarde, busca cerciorarse de si puede afirmar que nunca indultará a los golpistas en Cataluña. Por primera vez, nos encontramos un vídeo en las Cortes en el que alguien se digna a poner la respuesta del líder socialista, que, para sorpresa de nadie, se resume en tirar balones fuera descaradamente y en no responder —todo ello con aires chulescos y ante el aplauso de los suyos—. Frente a esta situación, el líder naranja remarca, obviamente, que nuestro presidente no puede responder porque necesita los apoyos que le proporcionan los nacionalistas y que él, en cambio, sí que se compromete a no negociar con los secesionistas fuera de la Constitución, a no aceptar los 21 puntos y a no indultar a los golpistas. Para la media de lo que se suele oír en el Congreso, no está nada mal. Por el contrario, en el vídeo del 2023 nos encontramos a Inés Arrimadas, sin introducción de ningún tipo y a toda velocidad, echando algo en cara al Presidente sobre la sanidad pública. Al margen del mensaje, que es trivial y muy afectado, lo que más destaca aquí en comparación con el del 2019 es la edición agresiva y sentimentalista de la pieza, con todo tipo de efectos de sonido y banda sonora dramática. Resulta ridículo ver un montaje que pivota entre las caras de la oposición a Ciudadanos y la perorata de Arrimadas. Por lo demás, la idea es que la cosa está mal en Madrid, pero también en el resto de las comunidades autónomas, y que el problema se arreglaría centralizando los servicios de salud para que fueran iguales en toda España. Pero, claro…, con esta edición tan sumamente capciosa, y vista la inmensa distancia respecto a 2019, lo único que uno puede hacer es certificar la caída de Ciudadanos en el más absoluto podemismo. Y, por cierto, esta vez no vamos a tener suerte con lo de que hayan dejado la respuesta de Sánchez… En cualquier caso, pasemos ahora al repaso de Tuiter.
Siguiendo el método habitual, analizaremos tanto los tuits del 20 de febrero del 2019 como los del mismo día del 2023. Respecto a los primeros, destacamos que usan emoticonos y trocitos de vídeos, y que, sin hacer nada especialmente original, lo único reseñable es que no usan etiquetas. El mensaje general se centra en la ya clásica oposición de Ciudadanos al nacionalismo catalán. Más allá de esto, que no es ninguna sorpresa para nadie, mientras que los retuits de la publicación que más tiene ascienden a 282, la mayor cifra de comentarios se eleva hasta los 139. En 2023 encontramos sólo dos tuits, con un vídeo cada uno, y menos emoticonos. Sin embargo, esta vez sí que usan una etiqueta: «#PorLosTuyos». La actualización que tiene más retuits alcanza los 143 y la que tiene más comentarios se queda en los 55. Hemos evolucionado de la omnipresencia del tema de Cataluña a un compendio de buenas palabras y generalidades sobre ‘el nuevo Ciudadanos’ con un tono, potenciado por una musiquita épica enlatada, que provoca escalofríos por la vergüenza ajena que da. Para terminar con esta parte, sólo vamos a remarcar un detalle del vídeo del primer tuit más actual: ¿las clases medias han desaparecido?
La verdad es que todo esto no puede sino producir tristeza. Muchos a los que valoro, tanto moral como intelectualmente, se decantaron, por lo menos de palabra, por el partido de Tabarnia; que, al igual que pasó con UPyD, parece que está destinado a acabar relegado a la nada. No creo que sea una casualidad, dado que salirse de lo trillado es difícil, sobre todo si se intenta destacar por ser más razonable, coherente o comedido. El problema es que, analizando la situación del Ciudadanos actual, parece ser que han desechado la posibilidad de morir dignamente. El partido naranja presente es más exagerado, en especial en los temas de moda, abandonando su posición de centro muy condicionado y tibio para pasar a convertirse en una agrupación bastante tutifruti, a veces cercana a Vox, otras a Podemos…; aunque, eso sí, sin dejar de ser relativamente coherente en su espíritu liberal y progresista (y decimos ‘relativamente’, porque también se han acrecentado las ayudas estatales y la intromisión en la libertad de los ciudadanos, amplificando cuestiones en torno a los llamados ‘delitos de odio’ y los asuntos feminoides, lo que provoca agrandar la tensión interna propia de nuestras socialdemocracias). Es tan evidente, que se nota hasta en el tono de los vídeos actuales. Parece que están intentando sobrevivir a costa de exageración y demagogia, aunque esto implique corromper sus principios. Se están podemizando; y lo más estúpido es que, en ese campo, creo que ya hay demasiada competencia. En resumen, Ciudadanos no sólo está gastado a nivel electoral, sino también a nivel teórico y moral: cada vez queda menos de lo que fue en origen y…, ciertamente, creo que, a estas alturas, y teniendo en cuenta lo visto en este artículo, ahora mismo no se los podría votar ni con el más duro de los estómagos. He dejado para el final juzgar los errores de nuestro artículo de 2019, y tengo que decir que quizá el más grave de todos fuese el de no haber visto en el programa de 2016 que Ciudadanos tenía muchísimas posibilidades de acabar así. Pecamos de optimistas e inocentes, lo tenemos claro. Eso sí, nos agrada pensar que la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo.
«Si no se nos ocurre cómo hacer frente a la suma de liberalismo y globalismo, la soberanía está perdida».
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