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Repaso del curso 2020-2021 y… ¡nos vamos de vacaciones!

Llegamos al final del tercer curso trabajando en Zoonpolitikon.blog en unas condiciones que no vamos a ocultar que han sido un poco duras. Con todo, hemos conseguido escribir 30 artículos y superar la cifra de 4604 visitas, lo cual es un 255% más que lo alcanzado durante el segundo año. Además, si miramos el número de visitantes, nos encontramos con más de 847, lo que implica —si la dislexia me lo permite— un aumento del 338% respecto al año pasado. Así que, a pesar de todo, hay que reconocer que el esfuerzo de este curso ha dado sus frutos. Por artículo, al final del día, nos quedamos aproximadamente con 153 visitas y con 28 visitantes. También nos ha hecho mucha ilusión tener 51 comentarios. Hablando ya de artículos particulares, el ganador ha sido “La peor parte: Memorias de amor (2019)” —que, aun perteneciendo al curso anterior, ha destronado, al fin, a “Seminario Cine y Filosofía. Pensando a 24 imágenes por segundo (Conferencia 2019)”—, con 205 visitas; provocando, a su vez, el mejor día y mes históricos. Le siguen por detrás, pero no por ello con menos importancia, “Jane Eyre (1847) y sus tantas adaptaciones”, con 150, y “Un par de ideas sobre lo fascista, lo comunista, lo progresista y lo liberal para evitar la propaganda: la mal llamada ‘izquierda’ y ‘derecha’ a la altura de los años 20 del siglo XXI”, con 116 —porque mi infinita humildad no me permite presumir de que el delirio de mi página biográfica haya tenido 124—. Tenemos los datos; ahora, interpretémoslos.

No hace falta ser un lince para comprobar que este curso ha sido muy bueno en cuanto a cantidad de lectores se refiere. Este hecho contrasta con otro: por culpa de la pandemia, el confinamiento y la dificultad a la hora de atender al resto de nuestras responsabilidades, quehaceres e importancias, todo trabajo ha resultado más pesado y cansino de lo normal, aun siendo extremadamente gratificante (por el sentido que emana de hacer algo que merece la pena ser hecho). En resumen, ha sido un año duro y sufrido; por lo que comprobar que nuestros artículos han llegado a más usuarios es algo que no puede sino resultarnos muy agradable. No obstante, hemos cometido más de un error organizativo, y quizá hayamos descuidado ligeramente las redes sociales —porque, por muy purista que seas, aunque escribas la mejor obra jamás ingeniada, si no le haces un mínimo de promoción, no esperes que se lea por arte de birlibirloque—; traspiés del que esperamos haber aprendido, pudiendo prever que el año que viene será mejor y más tranquilo —y, si ya la pandemia cesa, puede que sea incluso extraordinario—. Otros años nos hemos explayado más comentando lo malo, pero, como este curso ha ido bien, dentro de las circunstancias dadas y del peculiar contexto, vamos a ir cerrando ya; que, después de 10 meses de trabajo, se hace necesario descansar —en este caso, además, con el sabor de haber superado con dignidad una coyuntura exigente—, para que, así, esas buenas ideas que no se nos han ocurrido todavía —las mejores— se nos puedan ocurrir en el futuro. Ésta es otra de las tradiciones que nunca romperemos, dado que el trabajo intelectual necesita tanto de momentos de esfuerzo continuo focalizado como de genuino descanso y ocio. Ya lo comentamos con más detalle en este artículo añejo: “En defensa del tiempo libre y las vacaciones. Por el derecho a la pereza. Primera aproximación”. Y como hablar de lo propio por demasiado tiempo no es muy elegante, acabamos este tercer curso aquí. Y no nos queda más que decir, salvo que os deseamos un perezoso, saludable y luminoso verano.

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