Star Trek: La conquista del espacio (1966-1969). Tercera parte: Sobre una premisa desperdiciada
Continuamos con Star Trek, y hemos de decir que, igual que costaba buscarle las cosquillas a la temporada inicial, más allá del pésimo “El factor alternativo” (1967), con la segunda no ocurre lo mismo —además, la primera contaba con la ventaja de la frescura de la historia y de su originalidad—. Seguimos encontrando capítulos muy buenos todavía, como el ya mencionado “Con cualquier otro nombre” (1968), pero se empieza a notar cierto desgaste, sobre todo a la hora de comprobar lo recurrente que se vuelve la situación de estar ante un episodio que empieza muy bien, pero que termina por desinflarse, para acabar cerrando malamente y de una manera mucho más grave que con un Deux ex machina. Esta coyuntura se da en los peores capítulos de esta temporada, salvo en el infame y sobrevaloradísimo “Los tribbles y sus tribulaciones” (1967). Para colmo, aparecen en esta triste categoría, la del tercio inferior, episodios que deberían destacar, como el que cierra la temporada, “Misión: la Tierra” (1968), y el amado, meramente por el poderío estético de un imperio totalitario novecentista —que por algo fue el siglo del origen de la propaganda de masas que hoy conocemos—, “Espejo, espejito” (1967). Pero no nos vayamos por las ramas y empecemos sin más dilación a comentar, aunque sólo pueda ser brevemente, esta desilusionante cuestión.