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EtiquetaMetafísica

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Vidas pasadas (2023)

De entrada, tengo que empezar esta crítica con una aclaración y una disculpa. Debido a los otros menesteres que ocupan mi tiempo y que, para mi desgracia, manejan fechas estrictas que me es imposible revertir, me veo en la necesidad de aplazar los análisis que me faltan de las adaptaciones cinematográficas de “Orgullo y prejuicio” (1813) hasta que me libere y pueda dedicarles el detenimiento que requieren. Hasta entonces, y para no descuidar mi aportación a esta web, tengo intención de hacer artículos muy cortos en los próximos meses de cosas que nada tienen que ver con Jane Austen. En este caso, la elección ha sido “Vidas pasadas” (2023): una película con la que no dejaba de cruzarme y que he decidido visionar para comprobar por mis propios medios si su fama es o no merecida. Ópera prima de Celine Song, nos cuenta la historia de un amor de juventud de dos niños de 12 años en Corea del Sur que se ven forzados a separarse cuando la familia de ella —Na Young o Nora Moon, como será conocida después— decide emigrar a Canadá. Doce años después, cuando ya cada uno ha rehecho su vida —él, Hae Sung, como estudiante de ingeniería en Seúl, y ella en Nueva York ejerciendo de dramaturga—, logran contactar por internet y empiezan a retomar su relación a través de videollamadas. Aunque consiguen mantener este régimen durante algún tiempo, Nora decide que lo mejor es que dejen de hablar y que cada uno se centre en la deriva que ha elegido, dado que ninguno parece tener intención de dejar su ciudad y mudarse con el otro a ver qué pasa. Doce años más tarde, y cuando ambos parecen haber pasado página, Hae Sung, que lo acaba de dejar recientemente con su novia, viaja a Nueva York y decide reencontrarse con Nora, casada desde hace siete años con Arthur.

Las adaptaciones cinematográficas de Orgullo y prejuicio (III)

Hoy os traemos la tercera parte de la larga lista de las adaptaciones cinematográficas de “Orgullo y prejuicio” (1813), la segunda novela que publicó Jane Austen. Al contrario de lo que ocurrió con la anterior sección, donde coincidieron todas las versiones de la BBC juntas, haciendo un conjunto más compacto, aquí tenemos la heterogeneidad hecha artículo. De entrada, hablaremos de “Furst Impressions” (T1.E25), un episodio de la serie infantil “Wishbone” (1995-1998), donde se lleva a cabo un acercamiento particular y muy somero al libro de la autora inglesa; después ahondaremos en “El diario de Bridget Jones” (2001), la conocida película que, basándose en ciertas premisas del texto, desarrolla una historia nueva, ligera y muy agradable de ver; más tarde haremos algún apunte de “Orgullo y prejuicio: una comedia de los últimos días” (2003), la primera película de bajo presupuesto y con tintes contemporáneos de las que hemos tratado hasta la fecha; luego nos meteremos de lleno en la primera (y creo que única) adaptación al estilo de Bollywood de este libro, “Bodas y prejuicios” (2004); y, por último, remataremos con una adaptación más canónica, aunque con alguna que otra licencia, que es la que en 2005 llevó a la pantalla Joe Wright. Como veis, otra cosa no, pero variedad en este análisis hay bastante, por lo que espero que me volváis a perdonar su infinita longitud. Dejemos los preliminares ya y pongámonos a ello.

Las adaptaciones cinematográficas de Orgullo y prejuicio (II)

Hoy afrontamos esta segunda parte de las adaptaciones cinematográficas de “Orgullo y prejuicio” (1813) con una curiosa casualidad: las tres versiones que trataremos aquí tienen el sello de la BBC. Como ya dije en la anterior sección, la división responde a criterios meramente numéricos, por lo que ni mucho menos tendrían por qué haber encajado todas ellas en el mismo artículo; pero…, para nuestra sorpresa, así ha sido. Dada mi predilección por las adaptaciones realizadas por la televisión pública británica, recalco esta divertida coincidencia para ver si, con suerte, me perdonáis que este análisis se me haya ido un poquito de las manos (¡para variar!), quedándome algo más largo que el primero. Por no extenderme mucho más, sólo quiero destacar que hablaremos de tres miniseries: la de 1967, que busca introducir algo más de hondura al traslado cinematográfico de la novela de Jane Austen, pero sin estar aún al nivel que ésta merece; la de 1980, un muy fiel acercamiento que profundiza en diálogos importantes del libro y que incorpora la parte más reflexiva del personaje de Elizabeth Bennet; y la de 1995, una de las más conocidas y mejor valoradas, que propone un acercamiento más contemporáneo y con licencias algo fantasiosas, aunque sin perder nunca la estela de la autora inglesa. Sin más dilación, metámonos de lleno en materia.   

Las adaptaciones cinematográficas de Orgullo y prejuicio (I)

Ante los mastodónticos artículos que surgieron con las adaptaciones cinematográficas de “Juicio y sentimiento” (1811), he decidido dividir aún más los que ahora nos ocupan, que son los concernientes a “Orgullo y prejuicio” (1813). Al ser ésta la novela más famosa y extendida de Jane Austen, y siendo consciente de que la longitud de mis escritos habituales está muy por encima de la atención que suele dedicar el común de los mortales a los mares internáuticos, creo que las seis partes que conformarán el estudio sobre las versiones audiovisuales de su segundo libro harán más digerible y accesible su lectura. Sé bien que no son muchos los forofos de este tipo de ciclos tan largos, pero espero que a algún seguidor de la agudeza de la escritora de Steventon le sirvan para algo, encuentre en ellos alguna información relevante o le ayuden a ahorrar tiempo a la hora de decidirse entre los múltiples traslados de su obra a la pequeña y a la gran pantalla. Además, creo que esta vez voy a incorporar una cortísima conclusión al término de cada parte, de manera que pueda seguirse el hilo del conjunto de una forma más ordenada, al tiempo que abro la posibilidad de que algún perezoso o rezagado pueda tener una idea general del asunto en un vistazo rápido. Con la intención de que este breve comentario sirva de introducción general a esta serie de artículos, divididos exclusivamente por la mera duración de los distintos metrajes, comentaré muy por encima lo que os vais a encontrar en esta sección inicial. De entrada, hablaremos de “Más fuerte que el orgullo”, la película que en 1940 transformó por primera vez la novela de 1813 al lenguaje propio del séptimo arte, y de dos miniseries, una italiana, “Orgoglio e pregiudizio”, de 1957, y otra neerlandesa, de 1961, que responde al nombre de “De vier dochters Bennet”. Dicho esto, pongámonos manos a la obra.

Orgullo y prejuicio (1813)

Hoy nos toca analizar la que probablemente es la novela más conocida de Jane Austen: “Orgullo y prejuicio” (1813). Escrita en torno a 1796, cuando la escritora tenía unos 21 años, fue revisada entre 1809 y 1810, así como también después, en 1812. En un principio se la dio el nombre de “Primeras impresiones”, pero, finalmente, vio la luz en 1813, 17 años más tarde de que hubiera sido concebida en términos generales, bajo el título que todos hoy conocemos. Como ya dijimos que haríamos, el orden que vamos a seguir a la hora de hablar de sus obras es el de publicación, precisamente haciendo hincapié en el trabajo de edición y corrección, que tan fundamental es en el oficio de escritor, y que, en el caso específico de la autora inglesa, lo es de una manera paradigmática, pues muchas veces pasaron períodos de tiempo muy largos desde que sus obras fueron esbozadas hasta que definitivamente el público las pudo disfrutar. De hecho, seguramente sea esa vuelta a sus escritos a lo largo de varias épocas distintas lo que favorece que el lector esté ante textos que irradian sencillez y espontaneidad y que, sin embargo, están medidos al milímetro. Hechas las presentaciones de rigor, pasemos ya a comentar uno de los clásicos de la literatura universal.

Las adaptaciones cinematográficas de Juicio y sentimiento (II)

Hoy, tras mucha agonía y haciendo encaje de bolillos, traigo la segunda y última parte de las adaptaciones cinematográficas de “Juicio y sentimiento” (1811). Soy consciente de que en el artículo anterior expresé mi deseo de que este análisis no quedara tan extenso como el que le precede, pero las páginas se han ido sucediendo una tras otra y… me ha vuelto a quedar muy largo. Tengo puestas mis esperanzas en que algún lector acérrimo de Jane Austen lo encuentre ilustrativo y me disculpo ante aquellos a los que no os interesa esta escritora —aunque también me compadezco de vuestra falta de gusto—. Yendo ahora a lo que nos ocupa, aquí os vais a encontrar con una miniserie del año 2008 que es fidedigna y que tiene bastante calidad; con tres versiones modernas, libres y malas de la novela —“Chicas materiales” (2006), “Aroma y sensibilidad” (2011) y “Sense, sensibility and snowmen” (2019)— y, por último, con dos adaptaciones de Youtube, de muy diferente calidad, hechas por jovenzuelos —“Elinor and Marianne Take Barton” (2014-2015) y “Project Dashwood” (2015-2016)—. Visto lo visto, y antes de que me tiréis los trastos a la cabeza, pongámonos ya en marcha.

Las adaptaciones cinematográficas de Juicio y sentimiento (I)

Hoy, después de mucho retraso y de varias catastróficas desdichas, volvemos a la carga con lo que prometimos: la primera parte de las adaptaciones cinematográficas de “Juicio y sentimiento” (1811), la novela con la que Jane Austen se dio a conocer al mundo. Si bien opté por dividir este artículo en dos análisis distintos, precisamente para hacérselo más digerible al lector, no sé muy bien cómo ni por qué su dimensión ha alcanzado cotas mastodónticas, y mira que ni me lo propuse ni lo quería. Me disculpo ya de antemano por el entuerto y deseo que, al menos, como son cinco las películas y miniseries de las que voy a hablar, no se haga demasiado pesado y haya quienes puedan ir directamente a una o a otra sin pasar por el resto; y es que, como acostumbro a hacer en estos casos, he escrito de manera individual sobre ellas, aunque también haciendo referencia a las demás, para que pueda leerse tanto del tirón como separadamente. En cuanto al contenido del artículo, lo que os vais a encontrar son dos miniseries que tratan de ser bastante fidedignas respecto al contenido del libro, la de 1971 y la de 1981; una película, la de 1995, que busca ser una buena y fiel adaptación, aunque lanzándose a veces más allá de la mera literalidad; un libre traslado de la novela a la India contemporánea, bajo el nombre de “I have found it” (2000); y, por último, “Tigre y dragón” (2000), que no es una versión audiovisual del texto de Jane Austen, pero que guarda paralelismos con él, tal y como su director, Ang Lee, el primero en adaptar “Juicio y sentimiento” a la gran pantalla, ha dejado patente en alguna que otra ocasión. Como éste sólo es el primer grupo de cintas, y la división responde a criterios meramente numéricos, será en la segunda parte donde concluiré este análisis conjunto, pues ahí ya habré visto todas las versiones de las que dispongo y podré hablar con mayor conocimiento de causa. Sin más dilación, y dado que el camino va a ser largo, empecemos ya por fin.

Juicio y sentimiento (1811)

Comienzo este nuevo curso con la misma temática del anterior —como os podéis imaginar, Jane Austen—, pero adentrándome ya por fin es su primera novela larga. Aunque conocida habitualmente en español bajo el nombre de “Sentido y sensibilidad” —en inglés, “Sense and sensibility”—, yo voy a referirme a ella tal y como se hace en la traducción que yo he manejado, la de Alba, a cargo de Luis Magrinyà, y que responde al título de “Juicio y sentimiento” (1811). Si bien tengo ciertas desavenencias con la traducción en sí, de las que a continuación hablaré, comparto la opinión de que esas dos palabras se asemejan mucho más a lo que el libro quiere transmitir que las que normalmente se asocian a esta obra. Por su parte, la editorial Alianza opta por llamarla “Sensatez y sentimiento”; y, aunque no me parezca del todo errónea, pues es bastante similar a la propuesta de Alba, sigo creyendo que es más acertada esta última, pues la palabra «juicio» resulta ser más abarcadora que la de «sensatez». Para evitar confusiones, también me gustaría señalar que, con sus novelas largas, a diferencia de lo que hice con sus obras de juventud y con sus novelas cortas, “Lady Susan” (1871) y “Los Watson” (1871), que fue ordenarlas atendiendo a la fecha en la que fueron concebidas y fundamentalmente escritas, voy a analizarlas siguiendo el orden de publicación, pues resulta complicado determinar en qué medida fueron o no retocadas a lo largo de los años. De cualquier manera, y tras haber dejado claras estas cuestiones menores, profundicemos ahora en el primer escrito de considerable longitud de Jane Austen, “Juicio y sentimiento”, que, en líneas generales, estaba concluido ya en 1797, cuando la autora contaba con 22 años de edad, pero que no fue publicado hasta 1811, bajo el curioso seudónimo de «A Lady» (una dama). La segunda edición, que salió en 1813 y que estaba corregida por ella, es la que habitualmente se ha utilizado para las ediciones posteriores y, de la misma forma, también para la traducción que yo he leído.

Los Watson (1871)

Continuamos hoy el ciclo de Jane Austen con el último escrito que nos queda de ella antes de inmiscuirnos de lleno en sus grandes novelas y en sus múltiples adaptaciones cinematográficas: la apasionante y ardua tarea que iniciaremos el curso que viene. Pero ahora toca hablar de “Los Watson” (1871), una pequeña obrita, de unas 60 y pico páginas, que se dice que fue escrita en torno a 1803 o 1804, pero que fue abandonada por la autora en 1805, poco después de la muerte de su padre, para jamás volverla a retomar. Si bien podríamos pensar que esto diferencia sustancialmente a “Los Watson” de “Lady Susan” (1871), pues este último escrito no sólo lo terminó, sino que también se molestó en dejar una cuidada copia en 1805 —lo que quizá podría interpretarse como una muestra de mayor estima por él frente al que ahora nos ocupa—, todo apunta a que la renuncia definitiva de “Los Watson” no tenía tanto que ver con su calidad literaria como con las similitudes que empezó a tener con su propia vida, lo que le dificultaba el volver a esta obra y concluirla definitivamente. Aun así, y pese a que la autora no parecía tener intención de que este texto saliera a la luz, terminó publicándose en 1871, cuando James Edward Austen-Leigh, uno de los sobrinos de la escritora, lo incorporó en la edición revisada y aumentada de su ya nombrada biografía, “Recuerdos de Jane Austen” (1870), que fue también la primera que se hizo sobre la autora. Y no sólo eso, sino que lo más curioso de todo es que, a mediados del siglo XIX, concretamente en 1850, su sobrina Catherine Hubback —una de las hijas de su hermano Francis—, finalizó este escrito incompleto de su tía, publicándolo bajo el nombre de “The Younger Sister”. Así que, por sorprendente que pueda parecer, la continuación de “Los Watson” fue compartida al mundo 20 años antes que el pequeño texto de Jane Austen que se suponía que estaba finalizando. Sin más dilación, asomémonos a esta obra inconclusa que, pese a ese hándicap y a su corta longitud, tiene interesantes cosas que ofrecer.

Star Trek: La conquista del espacio (1966-1969). Sexta parte: Conclusión

Terminamos hoy con nuestro repaso del clásico de la ciencia ficción de la televisión estadounidense trayéndoos lo que consideramos que es su núcleo más íntimo. Este trasfondo se encuentra tras varios niveles de abstracción metafórica. En un principio, le pasa un poquito como a “Blade Runner” (1982), dado que, como ya mencionamos en nuestro artículo sobre “Viaje a la Luna” (1902), al margen del misterio sobre la metáfora que nos presentan mediante el género —la cual dejaremos para el final—, Star Trek toma muchos elementos de las series policíacas o de suspense, y es que es frecuente encontrarnos siempre un enigma por resolver. Sin embargo, detrás del nudo habitual de cada episodio, las aventuras de la tripulación del Enterprise esconden un giro más: realmente están ocultando la verdadera historia que Gene Roddenberry nos está sugiriendo y que va más allá de cuestiones superficiales fácilmente detectables, como lo son la reflexión sobre la figura del hombre de acción respecto al intelectual y la comparación entre tomar una actitud emocional o racional a la hora de afrontar las encrucijadas de la vida, algo que viene introducido a través de los tres tipos humanos distintos: el líder, el científico y el médico. Todos estos temas ya los hemos tratado a lo largo de los artículos anteriores, así que tampoco vamos a pararnos demasiado a repetir que propone una defensa de Occidente mediante un ensayo sobre su posible evolución futura, como ya vimos en el artículo que le dedicamos a la primera temporada; donde también recordamos que las cuestiones del amor, la verdad y la belleza o la compasión, el deber y el sacrificio son capitales —siendo Star Trek, en este sentido, diferente al ciberpunk, pero tampoco contraria, dado que el enfoque no es idealista, sino crítico, aunque sin llegar a caer en el pesimismo—. De cualquier modo, estos asuntos, si bien sirven al conjunto, se encuentran en la mera superficie, lo que provoca que sólo adquieran su verdadero sentido cuando comprendemos el significado de la metáfora de la ciencia ficción en este caso concreto. Pero como no estaría completo este análisis si no comentásemos, antes de adentrarnos más allá, qué es eso de “Star Trek: La serie animada” (1973-1974) y las películas que vendrán después, vamos a ponernos primero con ello. No nos enzarcemos en exceso con las presentaciones y comencemos ya.

Lady Susan (1871) y su adaptación de 2016

Volvemos hoy por aquí para hablar de “Lady Susan” (1871), obra de la que Jane Austen dejó una cuidada copia en 1805, pero sobre la que se dice que fue escrita con anterioridad —probablemente, en torno a 1794— y, desde luego, publicada mucho tiempo después —66 años más tarde de esa última versión, y de manera póstuma, ya que ella murió en 1817—. Muy a mi pesar, tengo que volver a estar de acuerdo con G. K. Chesterton en su prólogo de los escritos de juventud de la autora contenidos en el volumen II, donde no podía sino sorprenderse de que “Lady Susan” hubiese sido publicada mucho antes que “Amor y amistad”, que él creía muy superior e infinitamente más divertida. Aunque yo iba con la mejor de mis predisposiciones, no me queda más remedio que suscribir sus palabras, pues es completamente cierto que en “Lady Susan” no hay ni rastro del surrealismo de “Amor y amistad”, pero tampoco esa fina ironía y esas coyunturas que rozan lo absurdo que ya comentamos que reinaban en sus primeros textos. Aquí, sin embargo, encontramos una historia mucho más realista, donde todavía, eso sí, abundan esas observaciones implacables tan características de la escritora inglesa, pero que se nos termina haciendo algo pesada y reiterativa pese a su corta longitud —no llega a las 100 páginas—. Además, también analizaremos la única adaptación cinematográfica que hay de “Lady Susan”, que es de 2016 y que, sin saber muy bien por qué, se llama “Amor y amistad”, y no igual que el texto que adapta. Sea como fuere, metámonos más concretamente en materia a ver qué podemos rescatar de esta obrita menor.

Las obras de juventud de Jane Austen

Hoy, por fin, y después de un cierto retraso fruto de una coyuntura que ya quedó explicada hábilmente por aquí, vengo a hablar de las obras de juventud de Jane Austen. Bajo el título de “Juvenilia”, estos escritos se encuentran reunidos en tres cuadernos, que la autora llamó «volúmenes», numerados del I al III. Según los estudios, la fecha de composición más temprana cabe situarla en el año 1787, pero la mayoría de ellos fueron compuestos entre los años 1791 y 1793, cuando la escritora tenía entre 16 y 18 años. De cualquier modo, parece que entre 1809 y 1811 —año en el que se publicó su primera novela, “Juicio y sentimiento”— ella volvió a revisar y a corregir aquellas obras contenidas en el volumen III. Por tanto, aunque algunos de estos textos sí fueron escritos con 13 o 14 años, otros fueron retocados por una mano que, si bien todavía no se había abierto paso en el mundo editorial, ya estaba a punto de hacerlo. Por otra parte, no hay que perder de vista que estas obras juveniles no fueron elaboradas con intención de ser publicadas, sino sólo como mero entretenimiento para sus familiares y círculo más cercano. Esto se aprecia especialmente bien en las dedicatorias, que, por mucho que quieran resultar solemnes, guardan la huella de la intimidad. De hecho, no salieron a la luz hasta 1922, cuando un editor decidió publicar los escritos contenidos en el volumen II. Más tarde, R. W. Chapman, considerado la máxima autoridad en Jane Austen en cuanto a la edición textual se refiere, publicó el volumen I en 1933 y el III en 1951.