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Las adaptaciones cinematográficas de Juicio y sentimiento (II)

Hoy, tras mucha agonía y haciendo encaje de bolillos, traigo la segunda y última parte de las adaptaciones cinematográficas de “Juicio y sentimiento” (1811). Soy consciente de que en el artículo anterior expresé mi deseo de que este análisis no quedara tan extenso como el que le precede, pero las páginas se han ido sucediendo una tras otra y… me ha vuelto a quedar muy largo. Tengo puestas mis esperanzas en que algún lector acérrimo de Jane Austen lo encuentre ilustrativo y me disculpo ante aquellos a los que no os interesa esta escritora —aunque también me compadezco de vuestra falta de gusto—. Yendo ahora a lo que nos ocupa, aquí os vais a encontrar con una miniserie del año 2008 que es fidedigna y que tiene bastante calidad; con tres versiones modernas, libres y malas de la novela —“Chicas materiales” (2006), “Aroma y sensibilidad” (2011) y “Sense, sensibility and snowmen” (2019)— y, por último, con dos adaptaciones de Youtube, de muy diferente calidad, hechas por jovenzuelos —“Elinor and Marianne Take Barton” (2014-2015) y “Project Dashwood” (2015-2016)—. Visto lo visto, y antes de que me tiréis los trastos a la cabeza, pongámonos ya en marcha.

Lady Susan (1871) y su adaptación de 2016

Volvemos hoy por aquí para hablar de “Lady Susan” (1871), obra de la que Jane Austen dejó una cuidada copia en 1805, pero sobre la que se dice que fue escrita con anterioridad —probablemente, en torno a 1794— y, desde luego, publicada mucho tiempo después —66 años más tarde de esa última versión, y de manera póstuma, ya que ella murió en 1817—. Muy a mi pesar, tengo que volver a estar de acuerdo con G. K. Chesterton en su prólogo de los escritos de juventud de la autora contenidos en el volumen II, donde no podía sino sorprenderse de que “Lady Susan” hubiese sido publicada mucho antes que “Amor y amistad”, que él creía muy superior e infinitamente más divertida. Aunque yo iba con la mejor de mis predisposiciones, no me queda más remedio que suscribir sus palabras, pues es completamente cierto que en “Lady Susan” no hay ni rastro del surrealismo de “Amor y amistad”, pero tampoco esa fina ironía y esas coyunturas que rozan lo absurdo que ya comentamos que reinaban en sus primeros textos. Aquí, sin embargo, encontramos una historia mucho más realista, donde todavía, eso sí, abundan esas observaciones implacables tan características de la escritora inglesa, pero que se nos termina haciendo algo pesada y reiterativa pese a su corta longitud —no llega a las 100 páginas—. Además, también analizaremos la única adaptación cinematográfica que hay de “Lady Susan”, que es de 2016 y que, sin saber muy bien por qué, se llama “Amor y amistad”, y no igual que el texto que adapta. Sea como fuere, metámonos más concretamente en materia a ver qué podemos rescatar de esta obrita menor.

Fleabag (2016-2019)

Para cerrar bien este año tan sumamente extraño, me gustaría hablar de una de las series que más me ha sorprendido en estos últimos tiempos, y con la que me he reído, a la par que llorado (un sutil equilibrio que no siempre es fácil de conseguir, dicho sea de paso). Estoy hablando de “Fleabag” (2016-2019), un drama británico, con tintes de comedia, dirigido, escrito y protagonizado por la polifacética y maravillosa Phoebe Waller-Bridge. De ella, también me gusta “Crashing” (2016), en la que ya aparece su capacidad para estar a la altura en las facetas de directora, guionista y actriz; sin embargo, aborrezco bastante “Killing Eve” (2018-), de la que me cuesta entender su fama (es probable que simplemente responda a la tendencia tan extendida de encumbrar a alguien y luego no distinguir entre la calidad de las cosas que hace; pero ése es otro tema, que escapa a la temática de nuestro análisis de hoy, y que ya trataré en algún momento con más profundidad). Volviendo a “Fleabag”, cabe señalar que no es ésta una serie cualquiera, sino una que, aun rompiendo la cuarta pared constantemente, consigue hacerlo con suma elegancia y originalidad. Sin ser una tarea fácil, ya que, en ocasiones, este recurso puede resultar molesto, chapucero o pretencioso; en el caso de “Fleabag”, favorece que la protagonista, tan sumamente expresiva, congenie de una forma muy especial con el espectador desde el minuto uno. Quizá no sea para todos los paladares —hay quienes no conectan en absoluto con su tipo de humor y forma de hacer—, pero creo que, si uno aparca los prejuicios y se deja llevar por esta londinense de treinta y pocos, que anda sumamente estancada en errores del pasado y en pérdidas irreparables, encontrará en ella muchas de las preocupaciones que corroen a toda la especie humana y que son siempre dolorosas de digerir. Dicho esto, comencemos.

Catastrophe (2015-2019)

“Catastrophe” (2015-2019) es una de las series sobre las que más ganas tenía de escribir por aquí. Y, sí, nuevamente, como os podréis imaginar, es otra de mis preferidas. Hacía tiempo que quería volver a ella, para verla de seguido, ya que, en su momento, me fui viendo cada una de las temporadas a medida que las fueron sacando; y, claro, de un año para otro, cuesta hacerse una buena visión de conjunto. En ocasiones, volver a las cosas que a uno le han hecho feliz —así como a los lugares, como ya nos avisó Sabina en “Peces de ciudad”— puede tener sus riesgos, pero también nos permite hacer un análisis más certero y menos sesgado por el momento concreto; el cual, aun siendo relevante, debe tolerar que se le deje de lado —en la medida de lo posible— para ver hasta qué punto la calidad de lo que se juzga es tal o está demasiado contaminada por nuestro estado de ánimo o circunstancia. De hecho, creo que todo aquello que consideramos que tiene valor debe ser capaz de aguantar una segunda lectura o un segundo visionado. Por eso, me alegro enormemente de que “Catastrophe” haya superado la prueba —y, además, con nota—; pues eso también quiere decir que su calidad está por encima de la media, en tanto que, para que no se nos haga pesado soportar el retorno a un contenido audiovisual o literario, una de las condiciones que más ayudan es que no le sobre ni le falte nada, o que los pequeños deslices que pueda tener sean los menos; y esto, ciertamente, no es tan común como parece. Sin más dilación, comencemos ya con el análisis.

Togetherness (2015-2016)

Hoy os vengo a hablar de otra de mis series predilectas: “Togetherness” (2015-2016). Sin embargo, tal y como pasaba con “Love” (2016-2018), tampoco es demasiado conocida, ni suele aparecer entre las típicamente citadas. Por eso, espero fervientemente que este pequeño artículo sirva de humilde aportación para que todos aquellos que no la hayáis visto aún os animéis a hacerlo; y para que, entre los que la hemos visionado ya, consigamos que llegue a un público más amplio. “Togetherness” —disponible en HBO— es una serie creada y escrita por Mark Duplass, Jay Duplass y Steve Zissis. No sé hasta qué punto estaréis al tanto de quiénes son, pero yo tengo que reconocer que cualquier cosa que hacen los hermanos Duplass me genera siempre mucho interés; así que, sin duda, les dedicaré en algún momento —espero que no muy lejano— un capítulo aparte, ahondando en sus distintos proyectos audiovisuales. Pero, por ahora, toca centrarse en “Togetherness”, que motivos no me faltan.

Love (2016-2018)

Si hay una serie a la que le tengo especial cariño, esta es, sin duda, “Love” (2016-2018). No os dejéis engañar por su título, un tanto minado, y haced el favor de verla. Protagonizada por Gillian Jacobs y Paul Rust (también co-creador y co-guionista), la historia ahonda en el proceso de conocer a alguien y en las muchas fases por las que puede llegar a pasar una relación desde que empieza hasta que se asienta. Si esta premisa no os resulta lo suficientemente atrayente, os puedo garantizar que tiene unos personajes inolvidables, sustentados por un guion irónico, ácido y original. Si ni siquiera todas estas razones os valen, espero que este análisis consiga generar algún interés en vosotros (aunque, si no la habéis visto aún, os aviso de que no me voy a cortar a la hora de hablar de algunas escenas; lo aclaro ya, por si preferís esperar a verla). Me da la sensación de que esta serie ha pasado desapercibida, por ser de Netflix y por tener un título y una portada que no destacan frente a infinitos contenidos absolutamente mediocres. Sin embargo, me parece que tiene mucho más fondo del que podría parecer en un principio. Por esta razón, así como por mi evidente predilección por los temas que trata, no descarto volver sobre ella en algún otro momento. Pero, por ahora, y sin más dilación, empecemos.

Juego de Tronos (2011 – 2019)

Nos encontramos ante una de las series más importantes y con más repercusión de la década. Hay quienes hablan de que estamos ante «La Guerra de las Galaxias» de las series, y no les falta razón. Se ha hablado y se hablará mucho más de «Juego de Tronos», además de que su influencia se notará por muchísimos años. En este sentido, la comparación con la trilogía clásica es evidente, pero me temo que también con la trilogía mediocre que vino después y con el esperpento de los últimos productos de Disney. «Juego de Tronos» nos regaló una de las mejores adaptaciones de una obra literaria al medio audiovisual, en este caso, en forma de serie. Sobre la base de una buena historia de luchas de poder y con unos personajes creíbles, interesantísimos y con mucho fondo, se crea una obra audiovisual con un guion portentoso, una banda sonora de esas que marcan época, y una fotografía y apartado técnico impecable. Estamos hablando, sin lugar a dudas, de las primeras cinco temporadas y del final de la sexta. «Juego de Tronos» en estas temporadas puntúa muy alto; tan alto como «Breaking Bad» o «Utopía», pero con mucha más ambición.