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Mesmarzo 2019

Balthus y los límites del arte

Hace unos días asistí a la exposición sobre Balthus en el Museo Thyssen de Madrid. Iba ya conociendo la gran polémica que hay alrededor de este pintor por sus cuadros de adolescentes en posiciones algo estrambóticas y, en general, desnudas. Por nombrar alguna: hace un par de años se buscaron recaudar firmas para retirar del museo Metropolitan de Nueva York (Met) su cuadro “Thérèse soñando”. Este hecho levantó en mí una especial curiosidad, al querer conocer de primera mano cuál era el cuadro en cuestión y por qué una obra de un pintor del siglo XX estaba levantando tantas ampollas en la sociedad del siglo XXI.

Podemos (2019)

Hoy vamos a analizar aquella gran promesa que fue Podemos. Vista la tendencia general, no sorprende que sólo cuente con el programa de 2016. Todos nos acordamos de que fue el año donde se presentaron con un montón de pequeñas agrupaciones que aún no está claro si se presentarán otra vez. De estos pequeños partidos, el único que tiene un programa independiente es Equo, el cual analizaremos, con las necesarias precisiones, más adelante.

Consideremos, pues, el programa de 2016; el cual, como ahora vamos a argumentar, no se puede considerar al margen del de 2015. La razón fundamental de esto es que, al mirar con cuidado «la revista de IKEA podemita» de 2016, nos damos cuenta de que no es más que un compendio desordenado de las que deben ser las propuestas que consideran más significativas de 2015; pues el programa de 2015 se encuentra íntegro a tamaño diminuto al final. Entonces, ¿las 332 páginas del programa de 2015 están contenidas en las 99 del de 2016? Sí, nada más ni nada menos que concentradas en 25 páginas. Para entender esto, sólo es posible pensar que, después de confirmar que no se iban a comer el mundo en 2015, decidieron dar un giro de 180 grados trasformando un programa claro, concreto y coherente en una fiesta de fotos, que alude únicamente a las ideas mas vendibles y que oculta, pero no elimina, el grueso del programa de 2015. De estas ideas, nos han parecido significativas la mitad; sin embargo, creemos que es un fallo que la mayoría de cuestiones fundamentales y definitorias del partido queden disimuladas en un tamaño tan pequeño. Esto demuestra que ya estaba clara la tendencia a volverse un escaparate sin fondo alguno; pero, dado que es muy fácil cargar contra el programa de 2016, teniendo en cuenta que éste contiene el de 2015, vamos a hacernos los locos y tratar el tema como si sólo existiera el de 2015, el cual es un programa normal.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE 2019)

“Precisamente lo que ahora mismo más necesitamos. Es lo que no se ha hecho. Es lo que hay que hacer.”

Volvemos con un capítulo más de nuestro recorrido sobre las diferentes formaciones políticas; hoy, con un invitado especial: el PSOE. Vamos a intentar predicar con el ejemplo e intentar hacer una labor de síntesis de cara a comentar las 387 páginas de su programa electoral de 2016. Es cierto que aún no está la versión de 2019, pero creo que nos vamos a tener que acostumbrar a esta incómoda situación. Eso sí, adelantando acontecimientos y desde la dura experiencia de leer dicho programa, en el fondo no parece que se hayan alejado demasiado del espíritu que en él se respira; pues, ciertamente, el señor Sánchez parece un candidato acorde y a la altura del mismo. Resulta apropiado precisar también un matiz importante a la hora de afrontar este análisis y los que están por llegar: debido a que hay muchos temas recurrentes y con el objetivo de aligerar la densidad de estos artículos, contaremos con que nuestros potenciales lectores tengan los deberes al día. Es decir: si se han leído los programas, qué menos que sumar unas decenas de páginas más; y, si no, qué menos que leer la opinión de alguien que sí se los ha leído.

El Partido Popular (PP 2019)

Hoy vamos a analizar el primero de los partidos más representativos de España. Ciertamente, hablamos del Partido Popular (PP), el cual, a día de hoy, aún no tiene disponible su programa actualizado a 2019. Este hecho no es un caso raro, dado que el resto de los partidos, pequeños y grandes, tampoco lo tienen. De cualquier manera, no deja de ser algo preocupante, teniendo en cuenta que suelen ser textos entorno a las 200 o 300 páginas y que, por tanto, una lectura y reflexión seria sobre los mismos necesita, como mínimo, una semana (y estamos ya a menos de dos meses de los comicios). Además, una persona normal con otros compromisos y que no se dedique a esto necesitará más tiempo. Teniendo en cuenta estas cuestiones, resulta casi imposible leerse, en el plazo que nos queda, los programas de, al menos, los cinco partidos más representativos. Está claro que estas prácticas responden a la realidad de que la gran mayoría de los votantes no se leen los programas, siendo éstos, además, mucho menos eficientes, propagandísticamente hablando, que los eslóganes y pequeñas pinceladas que se dan en las webs y redes sociales; pero claro, también tienen el problema de ser vinculantes (o, como veremos más adelante, igual no lo son tanto).

Sobre carteles

No lo puedo entender, no me entra en la cabeza. Parecía que ayer el día se iba a levantar como otro cualquiera, es decir, con alguna noticia representativa y, como mucho, con alguna novedad deportiva. Pero no. Tocaba chascarrillo respecto a algún tropezón propio de los peleles que solemos tener como representantes políticos. Le tocaba a Podemos, tal y como hace unas semanas le tocó a Ciudadanos con el tema de Inés Arrimadas yendo a Waterloo. Nada nuevo bajo el sol. Sí, hablo del cartelito que anuncia la vuelta de nuestro amigo y compañero Pablo Iglesias bajo el lema «Vuelve». 

Stalker (1979)

“Y si Dios es un triángulo… ya no sé qué pensar.”

Nos encontramos ante uno de los mejores ejercicios de la historia del cine a la hora de hacer de la necesidad, virtud. Concebida y filmada en el marco de la Unión Soviética, esta interesantísima película no pudo tener un desarrollo más tormentoso: desde los problemas y encorsetamiento típico de trabajar en un estado totalitario, hasta la desgracia de perder casi todo el metraje tras un accidente y tener que volverla a rodar prácticamente por completo con un presupuesto mucho menor, sin contar con la peligrosidad de trabajar en unos exteriores muy contaminados. Condicionantes que, en manos de otro, hubieran matado a «Stalker», pero que al gran Tarkovski le permitieron hacer, probablemente, su mejor obra.